Salgo corriendo de la casa. Mis hombres atraparon a Iván. Finalmente. Entro en el bosque y me dirijo a la pequeña cabaña que he reservado para mis enemigos. Abro la puerta con furia y lo veo, atado, con los brazos colgando en el aire.
- Qué agradable sorpresa, dije sonriendo, Ivan Romanov.
- ¡Suéltame, Caleb! Dijo enojado. ¡Estás jugando con fuego!
Me río mientras doblo las mangas de mi camisa. Entonces le doy la espalda y miro los instrumentos que tengo. Sufrirá bien como le prometí. Tomo el martillo primero.
Me siento frente a Ivan, luego saludo con la cabeza a mis hombres. Toman una pequeña mesa y colocan la mano de Iván sobre ella.
- Empezaremos despacio. Yo dije.
Agarro el martillo con fuerza y golpeo sus dedos uno por uno. El impacto es tan violento que escucho el sonido de sus huesos crujiendo, a pesar de sus gritos.
- ¿Pensaste que podrías engañarme secuestrando a Rayaa y Syra? Digo con calma.
Y sigo con la otra mano, dejando la otra completamente rota.
- Tonto. Ahora solo v