Mis hombres tiran al hombre al suelo y luego lo atan a una silla frente a mí.
— ¿Quién te envió? Yo pregunté.
El hombre inclina la cabeza hacia un lado, luciendo cansado.
— ¡¿Quién te envió?! Lo repetí.
— Si te digo… me matarán. Dijo débilmente.
— Y si no me lo dices, te mato. Digo con frialdad.
El hombre me mira con desesperación. Y sus ojos se agrandan cuando me ve sacar mi arma.
— Ibas a matar a mi hermano. Dije apretando los dientes. ¿Y sabes? Si me hubieran enviado su cadáver aquí, habría destruido el mundo entero. Así que vas a hacer lo que te diga como un buen perro, si no te arrepentirás. ¿Comprendido?
Asiente bruscamente con la cabeza, asustado.
— ¿Quién te envió? Le pregunté de nuevo.
— Venimos de Ashraf. Me responde _
— ¿Quién es Ashraf? Lo interrogué.
Respira hondo, antes de mirar a todos mis hombres y luego a mí.
— No sé. Nunca lo hemos visto. Me dijo _ Sus hombres vienen a decirnos qué hacer.
— ¿Y qué te dijeron que hicieras? Yo pregunté.
Baja la cabeza y la sacude. Él n