Con un suave golpe, cierro la puerta del auto y mis ojos se alzan para contemplar la grandeza de la Casa de la Manada del Cielo. La pura magnificencia de la colosal mansión, diseñada para albergar a miles de hombres lobo, es un testimonio del poder de la manada. Los hombres lobo se mueven con determinación entrando y saliendo, ya bulliciosos de actividad en las primeras horas. Mientras me doy vuelta, el auto ronronea cobrando vida detrás de mÃ, y observo a mis padres alejarse sin una despedida. Una punzada de dolor me oprime el corazón.
El recuerdo de la conversación de anoche con mi madre sobre la inminente sesión fotográfica con Hades y el matrimonio forzado resurge. Las lágrimas brotan al considerar si no podÃan ver el dolor que este matrimonio sin amor infligirÃa. Entiendo el deber con mi manada, pero sacrificar mi f