S A R A H H A L E.✨
Las tareas del hogar se acumulaban como una tormenta implacable desde que Alissa se fue. Cada rincón de la casa parecía recordarme su ausencia: los platos sin lavar, los juguetes desperdigados, los espacios vacíos que antes se llenaban con su risa y su presencia. Exhausta y aún con el cuerpo debilitado por el resfriado, subí a mi habitación.
El día había sido abrumador, intenso, y mi mente no dejaba de revolverse con pensamientos que prefería evitar. El conflicto con Daphne seguía fresco, una herida abierta que me dolía con solo recordarlo. Todo lo que pasó con Theo se reprodujo en mi cabeza una y otra vez. No entendía cómo las cosas pudieron cambiar tan drásticamente. Mi relación con él, una vez tan llena de amor, ahora era un vaivén entre momentos de calidez y otros de completo abandono.
Estaba terminando de arreglar la cama cuando una voz suave rompió el silencio:
—¿Podemos dormir aquí?
La pequeña cabeza de Tristán se asomó por la puerta.
—Claro, ciel