Capítulo 30 —Es un mafioso, lo llaman el Diablo…
Narrador:
Aylin se puso de pie, con las piernas más temblorosas de lo que le hubiera gustado admitir. Roman no se movió, pero su mirada la siguió, oscura, expectante, caminó lentamente hasta la puerta. Cada paso era una sentencia. Cerró los dedos alrededor del picaporte, giró el seguro.
El sonido metálico se sintió como un eco en el silencio de la oficina.
Aylin no volteó de inmediato. Se quedó allí, de espaldas a él, sintiendo el peso invisible de su presencia sobre su piel.
—Es mucho dinero —murmuró. Roman no respondió. Aylin cerró los ojos un segundo, tratando de controlar el temblor en sus manos. —Supongo que va a cobrarme… como se acostumbra en estos casos.
El silencio de él la hizo estremecer. Se giró lentamente. Roman seguía en su sitio, apoyado contra el escritorio, pero la forma en que la miraba era diferente. No había burla, no había prisa. Solo algo más denso, más peligroso. Aylin tragó saliva y bajó la vista. Llevó las manos