Capítulo 19 —Rdidículo
Narrador:
Desde aquella mañana en la cocina, Aylin cambió.
Y él lo notó al instante. Ya no estaban las miradas largas. Ni los saludos suaves. Ni los silencios compartidos que antes se llenaban de tensión y electricidad.
Ahora era puro hielo, frío y perfecto.
—Buenos días, Aylin —la saludó Roman al día siguiente, cruzándola en el pasillo.
Ella apenas asintió con la cabeza.
—Buenos días, señor Adler.
Y siguió de largo, sin detenerse, sin mirarlo, sin darle la oportunidad de que le dijera nada más.
Roman se quedó quieto, mirando cómo se perdía escaleras arriba, frunciendo el ceño, como si no entendiera qué demonios había pasado. Pero sí había pasado y siguió pasando.
En el almuerzo, Aylin se sentó con Sasha en la cocina. Cuando Roman entró, ellas hablaban y reían. Al verla, él esperó... esperó que lo invitara a sumarse, que le dedicara al menos una de esas sonrisas suaves que últimamente le estaban haciendo adicto, pero no.
—¿Desea que Amalia le sirva algo, señor A