Capítulo 171 —Hablemos luego...

Narrador:

Se acercó sin hacer ruido, como solo él sabía hacerlo. El Diablo en su versión más paciente. La bata apenas cubría su cuerpo desnudo, y con una lentitud casi ritual, Roman desató el nudo sin que ella se moviera. Cuando la tela se abrió, dejó al descubierto su piel tibia, la respiración tranquila, los muslos entreabiertos, la boca relajada. Dormía, serena, inocente. Y él… no.

Sintió su miembro endurecerse con una violencia casi dolorosa. El pulso le latía en las sienes, en la entrepierna, en los dedos que rozaron con devoción la piel de su esposa, apenas para comprobar que seguía allí, que no era un sueño. Su instinto rugía, pero su autocontrol era quirúrgico.

Con una mano firme y cuidadosa, deslizó los dedos por el interior de sus muslos, separándolos apenas un poco más. Ella murmuró algo entre sueños, una queja mínima, una incomodidad que se disipó tan rápido como llegó. Él se quedó inmóvil, sin respirar, como si el mundo entero se hubiese det