Victoria quiso despedirse de los padres de Daniel, pero ya no estaban en el salón. Él decidió acompañarla hasta su casa, así no estaría preocupado por ella durante el viaje. Reían y conversaban alegremente, pero Daniel deseaba más que eso: deseaba besarla, tenerla en sus brazos, hacerla suya por completo. Por ahora solo podía besarla hasta el cansancio y disfrutar tocando sus delicadas curvas.
Andrés fue hasta el bar y tomó la botella de whisky más llena; se fue hasta el estudio de su padre, apagó la luz y ahí comenzó a embriagarse. No quería saber nada de Brenda ni escuchar sus insultos. En cambio, deseaba pensar en Victoria; cerró los ojos y se la imaginó en sus brazos, desnuda y solo para él. Lástima que ahora fuera la mujer de su hermano. Ojalá tuviera el poder de cambiar el tiempo porque habría ido al día de la cita y se habría quedado con ella. No le había cambiado nada; tal cual la había dejado, hasta que ella misma descubriera su propia esencia como lo había hecho. Le gustaban