**Lyra**—¡No me hables así, mocosa! —espetó. Su rostro estaba transformado, fuera de sí—. ¡No después de todo lo que Mikail ha hecho por ti!Su grito rebotó en las paredes, agudo, venenoso. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Sentía las manos temblarme, los dedos cerrándose en puños apretados. Estaba enojada. No, furiosa hasta los tuétanos. A punto de arrancarle esos cabellos semi grises con la rabia de una loba acorralada.Tragué saliva. Si respondía, sabía que todo empeoraría. Pero quedarme callada… tampoco era opción. No esta vez.—Mikail no ha hecho nada por mí más que hacerme sentir no bienvenida en la manada —solté con voz temblorosa, pero firme—. Él me prometió arreglar nuestra situación, porque él y yo… tenemos una relación. Así que prácticamente es mi suegra, señora. Su hijo me hizo promesas de una vida juntos, aunque usted, su familia o la manada no lo acepte.Eloise me miró como si acabara de escupirle en la cara. Sus ojos se abrieron con una furia tan viva que me hiz
**Mikail** No sé en qué momento me alejé tanto. Pero lo necesitaba. Recorrer la frontera de la manada con la cabeza llena de furia me había parecido mejor opción que quedarme en el centro y partirle la cara a Rowan por provocador… o a Lyra por su altanera indiferencia. Maldita sea. “Krimson, asegúrate de que Rowan se largue del territorio,” le ordené mentalmente mientras caminaba entre los árboles. “Después ve a ver a Lyra. Asegúrate de que esté bien.” No esperaba su actitud. Ni siquiera estaba seguro de quererla cerca después de la forma en que me habló. Pero había algo en ella… esa mezcla de fuego y vulnerabilidad que me enredaba más de lo que quería admitir. Fue entonces cuando un guerrero me encontró, corriendo con la respiración entrecortada. —Alfa Mikail… el Rey Lycan está aquí. Me detuve en seco y lo miré. —Mierda. ¿Cómo había podido olvidar la visita de Tharion? La ira por la llegada de Rowan y el caos emocional con Lyra me tenían más distraído de lo qu
**Lyra** La pregunta de Krimson fue tan inesperada que terminé soltando una risa. Me reí con ganas, sin pensar demasiado en lo que acababa de decirme. Pero al ver su expresión seria, como si no estuviera bromeando en absoluto, el sonido se apagó en mi garganta. Carraspeé y me enderecé un poco, volviendo a ponerme seria. —No hay duda de que el Rey Lycan es muy atractivo… —admití, con una media sonrisa—. Tiene una presencia que impone y una voz que podría hacer temblar montañas, pero... mi corazón, lamentablemente, ya está ocupado. Krimson suspiró con fuerza, cruzándose de brazos mientras me observaba. —Tú mereces ser amada, Lyra. De verdad —su gesto se ensombreció—. No por un lobo terco y cabeza dura que solo sabe hacerte sufrir. Mi sonrisa se tensó. Hice una mueca, intentando aliviar la incomodidad que sus palabras me causaban. —No deberías hablar así de tu Alfa —respondí, medio divertida, aunque en el fondo... me dolía. Me dolía porque no podía defenderlo sin mentirm
**Mikail**Lyra. Su nombre resonó en todo el lugar como un trueno sordo, y desde entonces, no había podido pensar en otra cosa. Tharion estaba jugando con fuego. ¿Cómo se le ocurrió mencionar su nombre, como si supiera el efecto que eso tendría en mí?No lo mencionó por error, yo lo conocía bien. Cada palabra del Rey Lycan tenía un propósito.“Ella es mía.”Eso era lo que me repetía mientras fingía prestar atención a sus palabras sobre el conteo de las provisiones para el invierno. El tema había llegado a mí por tercera vez y aún no sabía si habíamos aprobado o descartado la propuesta del Consejo de Guerreros. Mi mente estaba en otra parte. En otra persona.“Lyra me quiere a mí… lo sé.”El pensamiento era reconfortante, pero también desesperado. Porque si lo sabía… ¿por qué no actuaba? ¿Por qué no la reclamaba?La manada. Mi familia. Rechazo. Repudio en general. ¿Sería capaz de aguantar todo eso? ¿O por el contrario, mi manada se dividiría de un momento a otro sin más remedio? “
**Lyra** Todavía podía sentir el vapor de la ducha aferrado a mi piel cuando salí envuelta en una toalla y empecé a preparar algo para comer con las pocas provisiones que quedaban. El lugar olía a madera húmeda y té de hierbas viejas, y aunque el hambre me retorcía el estómago, mi mente seguía nublada por todo lo ocurrido. Mikail... siempre él. Siempre enredándolo todo. El golpe en la puerta me sobresaltó. —¿Quién…? No alcancé a decir más. Apenas abrí, Mikail irrumpió como una tormenta, como si el mundo se fuera a acabar, y me besó. Me besó con esa hambre salvaje que me robó el aliento y la razón. Sus manos aferraron mi cintura como si quisiera fundirme contra él, como si mi cuerpo fuera el único ancla que tenía. —Mía… —susurró, besándome una y otra vez—. Solo mía, Lyra. —Mikail… ¿que estás haciendo? —murmuré contra sus labios, intentando empujarlo, pero él no se detuvo. Y entonces lo dijo… que le pertenecía, que nadie más, además de él, podía tocarme. Lo entendí
**Lyra** El roce de su piel contra la mía era un incendio lento, tan dulce como devastador. Mikail me miraba como si yo fuera su única certeza, su refugio, su perdición... y su redención. Cuando finalmente me hizo suya, un escalofrío me recorrió la columna. No era solo placer; era algo más profundo, una explosión de sensaciones que me envolvió por completo. No pude evitar pensar que tal vez, solo tal vez, esta vez las cosas sí funcionarían entre nosotros. Que los errores del pasado, los silencios, las heridas, se quedarían atrás. Que Mikail y yo podríamos tener un nuevo comienzo. La conexión era tan fuerte que, por un segundo, juré ver destellos dorados en el aire. Cerré los ojos, y supe. El vínculo seguía ahí. Tharion tenía razón. No se había roto. Nunca. Un par de lágrimas cálidas se deslizaron por mis mejillas. —¿Estás bien? —susurró Mikail, su voz ronca y suave al mismo tiempo, como una caricia—. Cariño… Asentí, pero mis labios apenas se movieron. —Esto
**Mikail**Sentía que caminaba sobre la cuerda floja. Cada decisión, cada movimiento, cada palabra tenía el poder de derrumbar todo lo que había construido. Pero no podía permitirlo. No después de haber convencido a Lyra de quedarse a mi lado.No podía dejar que ningún tercero se interpusiera en mi bien manufacturado plan para hacerme el Alfa más poderoso de todo el territorio. Tenía que admitir que Tharion me hizo dudar, pero Lyra… Ah, ella me eligió a mí y eso me dio una tranquilidad en medio de esta tormenta de emociones.La sola idea de perderla me estrujaba el pecho. Necesitaba tenerla cerca, a mi lado. No solo por deseo, sino porque lo sentía en lo más profundo de mis entrañas: el vínculo entre nosotros seguía ahí, débil, herido… pero vivo. Y debía fortalecerlo.—Un lobo es más fuerte al lado de su Mate, de su compañera destinada —me repetía, casi como un rezo silencioso—. No puedo dejar que se vaya. Solo así me haré más fuerte.Lo pensé todo con detenimiento. No estaba dispu
**Mikail**Sabía que Lyra no se sentía del todo cómoda en la mansión, a pesar de que había ordenado personalmente que nadie osara molestarla. Les dije a todos —guardias, sirvientes, miembros del consejo— que su estancia debía ser impecable, que no quería una sola queja, ni un solo murmullo.Pero, por supuesto, las palabras se desgastan pronto en una casa tan llena de lengua afilada y ojos curiosos.Lyra era ahora el centro de miradas. Algunas, cargadas de deseo. Otras, teñidas de celos y desprecio. Aunque no lo planeamos así, el simple hecho de que aceptara ser mi acompañante en la gala fue suficiente para detonar rumores como pólvora encendida.—Dicen que lo sedujo —escuché murmurar a una de las mujeres del consejo al pasar por el corredor norte—. Que se metió en su cama sin que él pudiera resistirse. Tiene ese aire inocente que confunde a los hombres poderosos.Me detuve en seco. El lobo en mí gruñó con fuerza, empujando mi pecho. Giré lentamente, mis pasos eran firmes, y mis ojos