**Mikail**
Todo en mí ardía. Cada fibra, cada músculo, cada sombra que me atravesaba la mente era un fuego encendido por culpa de él.
—Maldito seas, Rowan… —escupí entre dientes, sintiendo cómo el calor de la rabia me recorría como un veneno antiguo.
Lo vi apretar los puños, los nudillos tensos, los ojos brillando con ese tono ámbar que anunciaba lo que estaba por venir.
Él también sentía la llamada del lobo. Pero no le iba a dar el gusto de hacerme perder los estribos. No ahora.
Tomé aire, el pecho se me infló y lo contuve. No podía dejarme arrastrar por el impulso. No frente a Lyra.
—No puedes llevártela —solté, con voz áspera, cortante—. Ella pertenece ahora a la manada Silverbane.
Sentí su mirada. Lyra. Como si me taladrara el alma.
Sus ojos me buscaron, fijos, intensos, esperando… ¿qué? ¿Una declaración? ¿Una confesión? ¿Una mentira reconfortante?
No supe. No pude sostenerle la mirada.
Pero fue Rowan quien rompió el silencio.
—¿Quién es ella para ti, Mikail?
El nudo en mi