Al llegar a su lado, Alexander sintió la conexión aún más palpable, algo que no había experimentado antes.
Evelyn y Máximo, que observaban la escena desde una distancia prudente, fruncieron el ceño. La hija del Alfa Víctor supo que el duque había convocado a una reunión con su padre y sintió temor.
Alexander podría adivinar sus planes y echarlos de su castillo cuanto antes, así que necesitaban acelerar lo que iban a hacer esa misma noche.
Llamó a Máximo y juntos, se dispusieron a perfilar sus estrategias, decididos a no dejarse vencer y a que esos dos se separaran de una vez por todas.
Por su parte, el duque Alexander no sentía nada a su alrededor cuando se acercó a su Mate. Ese momento era suyo y de Rachel, no permitiría que nadie lo arruinara.
—Hola —saludó, tratando de mantener la voz firme—. ¿Cómo dormiste anoche, Rachel?
—Hola, Alexander —respondió ella, con suavidad—. De maravilla, creo… que fue gracias a la compañía que tenía.
—Gran compañía la que tuve anoche yo también —dijo