Capítulo 20

Las palabras brotan de mi boca, incontrolables y llenas de dardos de veneno, su mirada me dice que no le gusta nada lo que acabo de decir. No habla, no dice nada, solo se acerca unos centímetros más y roza con sus labios la delicada piel de mi cuello, hasta hundir su nariz en mi cabello.

—Tu olor siempre me ha gustado —dice con voz ronca—, Me estás volviendo loco, Nat.

—Recuerda que tienes novia, no me toques —intento soltarme de su agarre pero me resulta imposible—. Abel…

Su dura polla se presiona contra mi trasero.

—Me encanta como suena mi nombre en tu boca —su respiración comienza a acelerarse.

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