Leni es una chica veintidós años que hasta hace poco solo creía en una cosa; la realidad su mundo humano, sin siquiera saber que hay seres capaces cambiar forma, como los hombres lobo. Metida en una jaula y despojada de su dignidad, su virginidad está a punto de ser subastada al mejor postor, hasta que llega Alfa King, un posesivo y arrogante príncipe sanguinario que no pierde tiempo en secuestrarla. Pronto se dará cuenta de que aquel hombre, vil y perverso, es una tentación a la que ninguna mujer podría resistirse, sin embargo, la bruma llega, es temporada del apareamiento, ¿podrá resistirse a los encantos de un lobo hambriento? —¿Me acabas de morder? ¿Por qué no lo haces con tu ex? —Eres mía —susurra—. Si otro hombre te toca, lo mato.
Leer másLENI Han pasado dos meses desde que la tragedia de Greta y la pérdida de Rihannon sacudieron nuestras vidas. En este tiempo, Tafaryen ha comenzado a encontrar su ritmo nuevamente, como un río que, tras una tormenta, se ajusta a su cauce. Las decoraciones del palacio han cambiado, y la atmósfera es ahora más ligera, aunque todavía hay un eco de lo que fue. La vida sigue adelante, y en medio de todo este caos, Ardian y yo hemos asumido la responsabilidad de gobernar. El día se presentaba brillante y despejado, con un sol radiante que iluminaba las torres del castillo. Desde la ventana de nuestra habitación, podía ver a los súbditos de Tafaryen, hombres y mujeres que trabajaban en el patio, riendo y compartiendo historias. La risa de los niños resonaba en el aire, un recordatorio de que, a pesar de las sombras que habíamos enfrentado, la vida seguía su curso. —Mira, Argos —dije, girando hacia la cuna donde mi pequeño hijo dormía plácidamente. Su rostro redondo y sonrosado era un refle
NARRADOR OMNISCIENTE Bajo la tenue luz de la mañana, un aire cargado de anticipación envolvía el vasto salón de coronaciones en el palacio de Tafaryen. Greta se encontraba de pie, su figura erguida y elegante, rodeada por un halo de poder y determinación. Había esperado este momento durante años, había tejido intrigas y conspiraciones, eliminando a quienes se interpusieron en su camino. Hoy, finalmente, sería coronada como la reina de Tafaryen. Una sonrisa arrogante se dibujó en sus labios cuando contempló las decoraciones que adornaban la sala: banderas ondeando en honor a su llegada, y un trono de oro esperando ser ocupado por ella. —Hoy, todo lo que he deseado será finalmente mío —murmuró para sí misma, sintiendo cómo la euforia comenzaba a brotar en su interior. Mientras Greta se perdía en sus pensamientos, la puerta del salón se abrió con un crujido, interrumpiendo su ensueño. Rihannon y Trey entraron, sus figuras recortadas en el umbral, y su presencia resultó un jarro de ag
LENI La tensión en la habitación era palpable. Las voces se alzaban, cada discusión resonando como un eco de desesperación y temor. La noticia de la muerte de los padres de Rihannon había caído como una losa sobre nosotros, y mientras los presentes debatían sobre lo que debíamos hacer, yo me sentía atrapada entre el dolor y la incredulidad. A pesar de nunca haber tenido la oportunidad de conocer a mis abuelos, su ausencia pesaba en mi corazón. La idea de que fueran asesinados por Greta me hacía sentir como si una parte de mí se desvaneciera en la oscuridad. —No podemos quedarnos de brazos cruzados —dijo Dax, su voz firme y decidida—. Debemos actuar antes de que ella haga más daño. —¿Y qué hacemos? —respondió Nadav, su frustración evidente—. No sabemos dónde está ni qué planea. En medio del caos, Rihannon se mantuvo en un silencio perturbador. La mirada en su rostro era una mezcla de dolor y determinación, y podía ver cómo luchaba por encontrar la fuerza para enfrentar lo que habí
LENI La atmósfera era densa, cargada de una mezcla de alivio y tensión. Habíamos encontrado a Viktor, pero su estado era preocupante. La luz tenue que se filtraba a través de las hojas del bosque iluminaba su rostro, pálido y sudoroso, mientras todos nos esforzábamos por ayudarlo. Rihannon, su madre, se movía con una determinación feroz, curando las heridas de su hijo con una mezcla de habilidad y amor que solo una madre puede ofrecer. Observaba cada movimiento con atención, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mí. Sostenía a Argos entre mis brazos, su pequeño cuerpo cálido y frágil, y cada vez que miraba su rostro, el terror de lo que acababa de suceder me llenaba de un profundo dolor. La lluvia había cesado, pero el aire seguía impregnado de un olor a tierra húmeda y desolación. Los árboles susurraban en el viento, como si compartieran nuestra angustia, y el sonido del bosque se convertía en un eco de nuestras emociones. —Está bien, Viktor. Estás a salvo —decía Rihannon, s
LENI La lluvia caía incesantemente, cada gota golpeando mi rostro como si el cielo llorara por nosotros. La opresión en mi pecho no desaparecía; era un peso que se intensificaba con cada segundo que pasaba. Estaba sobre el lomo de Ardian, quien había tomado la forma de un imponente lobo blanco. Su pelaje brillaba con una luz casi sobrenatural a la tenue luz del amanecer que apenas comenzaba a asomarse en el horizonte. A medida que corríamos, sentía el viento azotando mi piel, arrastrando mis pensamientos y las dudas que me atormentaban. A nuestro alrededor, el bosque se desvanecía en un borrón de sombras y luces, los árboles como fantasmas que se deslizaban a nuestro paso. Ardian corría más rápido que jamás había imaginado, como si el mundo entero se hubiera convertido en un mero obstáculo que debíamos superar. La sensación de su cuerpo musculoso bajo mí era reconfortante, pero también aterradora; sabía que cada momento contaba, que cada latido de mi corazón resonaba como un tambor
RIHANNON La lluvia caía sin compasión, cada gota golpeando el suelo con un eco de tristeza que parecía narrar una historia de dolor. Estaba quieta, bajo el refugio de un viejo roble que se erguía como un guardián en medio de la tormenta. Las nubes grises se arremolinaban en el cielo, y el viento aullaba como un lamento, trayendo consigo una sensación de desesperanza. Desde que nos enteramos de que mi nieto estaba en peligro, no habíamos hecho más que correr, un impulso desesperado por llegar a su lado antes de que fuera demasiado tarde. Pero en lo profundo de mi corazón, sabía que la distancia que aún nos separaba era una barrera que no podríamos cruzar. La opresión en mi pecho se intensificaba con cada paso que dábamos hacia lo desconocido. —Esto no puede estar sucediendo —murmuré para mí misma, sintiendo cómo las lágrimas se mezclaban con la lluvia. Era una sensación amarga, la impotencia de no poder proteger a aquellos que amaba. Mientras mi mente luchaba entre la rabia y la
Último capítulo