Mientras los reyes bailaban alegremente en el centro de la pista sin ser capaces de apartar la mirada el uno del otro, a sus espaldas había un elfo que los miraba con todo el rencor del mundo, de pie junto a uno de los pilares tramaba en su mente como podría acercarse a la reina, quería contarle tantas cosas y cada una de ellas dejaba en mal a su esposo, así como a la familia de la dama, debía recuperar lo que consideraba suyo.
— Si tus ojos fueran navajas, podrías matar a todos aquí — comento Noah acercándose al elfo.
— Sin duda lo haría — respondió Kilyan—, ella debería estar bailando conmigo, no con él.
— No siempre se tiene lo que se desea, no dejes que ese dolor se apodere de ti — miro de reojo al contrario, se sentía intranquilo por su dura expresión.
— ¿Qué sabes tú sobre eso, primo? — Kilyan llevo los ojos a su primo
— Mas de lo que te imaginas, no porque tú hayas vivido ya mas años que yo quiere decir que lo sabes todo— de forma discreta Noah llevo sus ojos a I