—No hay nada que hacer. La condición de su madre... señorita, debería despedirse de ella. Podría ser la última vez que la vea.
En ese momento sentí que todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas. Un fuerte zumbido en los oídos y un dolor intenso en la cabeza me abrumaron.
—¡Verónica, mantente fuerte! —gritó Andrés.
Apoyándome en la pared, logré recomponerme y me dirigí a la habitación de mamá.
Allí estaba, dormida como siempre.
—Mamá, despierta, por favor.
Acaricié su mejilla con ternura.
Mamá era una persona muy fuerte, ella y yo habíamos escapado de las montañas. Ella era una estudiante universitaria que había sido secuestrada y se la habían llevado al monte a parir, pero como no podía tener hijos, la golpeaban y maltrataban sin piedad, deseando deshacerse de ella. Un día, me trajeron a mí, una bebé que también había sido raptada, y la obligaron a ser mi madre.
Pasaron muchos años, pero finalmente logró huir conmigo.
Sabía que yo era de Puerto Mar, así que decidió traerme aquí, con