CAPÍTULO 56
Él se ríe y sus ojos se abren y se cierran perezosamente.
—Me has marcado, Willa. Estás dejando claro a todos los demás que estoy fuera de límites. Que soy tuyo.
—Ni siquiera sabía que podía hacer eso —murmuro.
—El instinto se impuso. Estuve sin marca durante tanto tiempo que tenías que hacerlo enseguida —bromea mientras me observa luchar por mantenerme despierta.
Recuerdo lo agotada que estaba cuando él me marcó por primera vez. Supongo que tuvo el mismo efecto en él.
—Lo siento por no haberte pedido permiso antes —frunzo aún más el ceño.
Él sonríe, extiende la mano y sujeta suavemente mi mandíbula. Me acerca hacia él hasta que pellizca ligeramente mis labios.
—No necesitas pedirlo porque ya soy tuyo —murmura contra mis labios antes de que vea cómo sus ojos se cierran. Su mano se suelta de mi rostro.
Me muerdo el labio mientras observo su rostro dormido un momento antes de apartarme de él. Al bajar de la cama, inclino la cabeza para mirar la herida que está cicatrizando.