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CAPÍTULO 34

Tiendes la mano y la posas sobre su pecho. Esto provoca una reacción inmediata de su parte. Cierra los ojos y déjà caer la cabeza hacia atrás. Luego deslizas los dedos por su torso desnudo, palpando sus abdominales, sintiendo cómo sus músculos ondulan bajo tu contacto.

Detienes los dedos en el borde de su pantalón, moviéndolos ligeramente, lo que provoca un gruñido de parte de Greyson, que abre los ojos para estudiarte.

Estudia tu rostro tranquilo mientras colocas ambas manos sobre su pecho ; parpadea lentamente mientras deslizas los dedos hacia arriba, recorriendo su torso.

—¿En qué piensas ? —te pregunta temblando, y sabes que su piel se eriza porque no puede escuchar ni un solo pensamiento que cruce tu mente.

—Vas a tener que esperar y ver —le dices en tu cabeza. Has intentado el truco que él te dijo que probaras antes. Y como dijo, sientes como si hubieras conectado una línea telefónica en tu mente.

Gruñe con impaciencia y tú respondes empujándolo bruscamente sobre la cama. La fuerza de tu empujón sacude ligeramente el colchón mientras te subes encima de él, sentándote sobre su abdomen.

Te inclinas lentamente, depositando un beso en su cuello, lo que le hace suspirar. Luego uno en su pecho, en su mandíbula, y otra vez en su cuello. En cualquier lugar menos en sus labios.

Sonríes mientras mordisqueas la piel de su cuello, y él gruñe de impaciencia por segunda vez. Ya ha tenido suficiente de todas tus provocaciones. Pero no sabe que solo vas a seguir provocándolo.

Greyson mueve lentamente sus manos para dirigir tu cabeza hacia sus labios, pero tú retiras rápidamente tus labios de su cuello. Luego te separas de él y te diriges al baño.

Te detienes en el marco de la puerta, apoyándote en el quicio, sonriendo con suficiencia a un Greyson muy aturdido. Él se da vuelta en la cama para acostarse boca abajo y mirarte.

—El karma es una verdadera m****a —dices con una sonrisa ladeada. Estás feliz de haber logrado unir sus mentes, pero también de haberlo recuperado.

Él comienza a jadear levemente mientras una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios.

—Eres una verdadera provocadora —dice riendo mientras se levanta de la cama—. Ven aquí para que pueda recibir el beso que debería haber tenido.

Gritas mientras le cierras la puerta en la cara, asegurándote de trabarla.

—¡Voy a darme un baño ! —gritas a través de la puerta al escuchar a Grey gruñir del otro lado.

—¡Más te vale vigilar tus espaldas cuando salgas ! —declara en tono de broma mientras sale disparado de la habitación, probablemente para calmarse.

Ríes para ti misma antes de abrir el grifo de la bañera.

Una semana después

No tienes ropa.

Así es, ahora mismo estás en el armario de Faye, vistiendo la enorme bata de felpa de Greyson, buscando un atuendo para hoy.

Necesitas tu propia ropa, mucha de la de Faye es demasiado reveladora para tu gusto. Ella puede ponérsela porque es preciosa y le queda increíble. Pero tú te ves como una bebé striptisera sin forma cuando intentas usarlas.

Te preguntas si esta blusa sería demasiado reveladora, incluso combinándola con un short de tiro alto. Lo único que te preocupa es si se notarán tus cicatrices. Porque parece que tus marcas nunca terminan de sanar.

—Maldita sea, niña, llevas dos meses aquí y ¿todavía no tienes ropa para ponerte ? —Faye entra de golpe para ayudarte a elegir un conjunto.

—No sé cómo se supone que debo ir a la tienda. No es como si pudiera transformarme en lobo y recorrer kilómetros de terreno —dices cruzándote de brazos.

Ella ríe y te entrega una sudadera negra con capucha y unos leggings grises.

—Toma, ponte esto.

Ah, conoce tu estilo.

—Mira, no vamos corriendo a todos lados. Sí, eso ahorra gasolina y todo eso, pero también tenemos coches —sonríe mientras se acomoda su top coral ajustado y su short negro.

¿Por qué no puedes vestirte así ?

¡Claro ! Porque no tienes ni los pechos ni las caderas para llenarlo.

Y además tus cicatrices se notarían.

—Así que, —continúa— ¡hoy vamos de compras ! —exclama Faye dando un pequeño salto.

Le devuelves una gran sonrisa, ya era hora.

—Bueno, ¡apúrate ! —te dice dándote un pequeño empujón—. Te espero abajo.

Mientras ella se va, casi deseas no salir de la cálida bata que Greyson te prestó. Te llega hasta los tobillos y las mangas cuelgan sobre tus manos. Pero aún huele a él, sonríes levemente. Recoges la tela en tus manos y la hueles. Siempre has amado su olor.

Bajas rápidamente las escaleras después de cepillar tu largo cabello castaño lacio, aplicar un poco de rímel y cepillarte los dientes. Finalmente, estás lista para vestirte con ropa a tu gusto.

Llegas a la cocina, donde tu pequeño grupo suele comenzar el día juntos. Desayunan, almuerzan y a veces cenan juntos. Siempre encuentran un tema de conversación. Pero la mayoría de las veces, se quejan de que tú y Greyson son demasiado cariñosos en público. Lo cual no es cierto. Te aseguras de ello. Greyson, en cambio, te besaría delante de todo el mundo sin problema.

—Buenos días a todos —dices sonriendo mientras te sientas frente a Koda, que está devorando salchichas como un animal, aunque, para ser justos, solo es medio humano.

Sebastián pasa detrás de ti para tomar un plato, pero se asegura de despeinar tu cabello en el proceso.

—Hola, cerdita —dice sonriendo al ver cómo se ha alborotado tu pelo.

Desde que escuchó tu gruñido mientras reías, te llama cerdita. La primera vez que lo hizo, le diste un fuerte golpe en el pecho, pero lo ignoró como si un bebé lo hubiera golpeado.

Ese día, Greyson te abrazó, asegurándote que era adorable, y te besó suavemente en la mejilla. Eso te había calmado, aunque sigues odiando ese apodo.

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