Francisco vio la cara cándida de Alicia, no evitó sentirse orgulloso.
¿Cómo podía ganarme una chiquita como ella? ¡Qué gracia!
¡Qué inteligente era atribuir este asunto a su padre!
Tanto Alicia como Ana no podían preguntarle la verdad a su padre personalmente.
¡Era realmente un genio!
Alicia agarró