Si no hubiera sido por Marco, que seguía intercediendo por él, de seguro el señor Gibrand no hubiera permitido que la acompañara.
—¿Por qué no debería? —preguntó Rainer sin voltear hacia Carina, pues estaba concentrado en la pequeña bebé entre sus brazos. Entre más la veía, más se enamoraba.
—¿S