—…Pensé que no me tenías miedo. —Paseó su mirada por cada rasgo en el rostro de Lorena. Era una chica joven de ojos grandes y rasgos finos. Con la ropa indicada no parecería sirvienta.
—No te tengo miedo… solo precaución —respondió retorciéndose, queriendo zafarse.
—Dime, Lorena… ¿por qué no hay n