—No tengo mucho tiempo para explicar lo que ocurre, pero tienes que venir conmigo… —dijo Sarah ofreciéndole la mano.
—¿Perdón? ¿Por qué? ¿A dónde? ¿Quién eres? —preguntó Frida levantándose del asiento y viéndola con desconfianza.
—Este no es tu hogar, tienes que venir conmigo, por favor… prometo q