Maya creció en una familia que la adoptó tras la muerte de su padre, ya que su madre la abandonó con 5 años. Siempre se sintió una pieza ajena. Aunque fue acogida con afecto por Elena, la madre de la familia, y tolerada por Carlos, el patriarca, siempre supo que su lugar allí era frágil. Pero lo que realmente marcó su vida fue Liam, el hijo mayor de la familia, dominante, carismático y frío, cuya relación con Maya siempre osciló entre la protección y un control asfixiante. Cuando Carlos se enferma, recibe el encargo de traer a Liam de vuelta, para que se reconcilie con su padre antes de que muera. Pero convencerlo tiene un precio. Él impone condiciones que rompen todas las barreras morales, llevándola a un acuerdo que la sumerge en una red de deseo, control y secretos. A medida que ella se adapta, descubre que el precio de su trato con su hermano adoptivo, no solo afecta su cuerpo, sino también su corazón. Y mientras intenta mantener su independencia y dignidad, Liam marca su territorio, ya sea comprándole un apartamento para mantenerla cerca o alejándola de cualquier hombre. En medio de la tensión, los secretos familiares salen a la luz, incluyendo el motivo que llevó a Liam a alejarse años atrás. Maya tendrá que enfrentarse no solo a la verdad sobre lo que significó para Liam desde el principio, sino también a su propio corazón, que parece traicionarla cada vez que él se le acerca. ¿Es esta relación un juego de poder o un amor maldito que ninguno de los dos puede aceptar? En un mundo donde los límites entre el odio y el deseo, así como la moralidad, se desdibujan, Maya y Liam deberán decidir hasta dónde están dispuestos a llegar por lo que realmente quieren.
Leer másCapítulo 1 —El ultimátum
Narrador:
La voz de Elena resonaba en la mente de Maya como un eco persistente, cargado de urgencia y preocupación.
—Maya, tu padre está muy mal. Los médicos no creen que dure más de unos días —le había dicho su madre adoptiva, con los ojos húmedos y la voz quebrada —Liam se niega a venir. Tú eres la única que puede convencerlo.
Maya había intentado esquivar el peso de esas palabras, pero la mirada de Elena la mantenía anclada a la realidad.
—Hace años que no hablo con él, mamá... No sé si siquiera me escuchará.
—Hija, siempre te ha escuchado. Tú y él tenían un vínculo especial, incluso cuando las cosas se complicaron. Aunque haga tiempo que no hablan, sé que lo hará ahora. Necesito que lo convenzas, a como dé lugar.
Desde que los padres de Liam habían adoptado a Maya, ella había sido cercana a él. Habían compartido secretos, sueños y risas que parecían indestructibles. Pero todo eso se había desmoronado tras aquel acontecimiento que los distanció para siempre. Ahora, sin embargo, debía pensar en su padre adoptivo, en el hombre que le había dado un hogar cuando no tenía nada. Ella sentía como su corazón se desgarraba sabiendo que pronto moriría. Sabía que tendría que dejar atrás los fantasmas del pasado y priorizar su responsabilidad como hija y hermana. Pero una parte de ella temía que Liam no pudiera hacer lo mismo. Ese conflicto, esa línea borrosa entre lo que sentía como mujer y lo que debía hacer como familia, la estaba ahogando. No tenía opción, debía reunir el valor para enfrentarlo, aunque el precio fuera su propia paz. Maya temblaba al cruzar las puertas de cristal de la oficina principal. El edificio, con sus lujosos acabados de mármol y vidrio, la hacía sentir insignificante. Las miradas de los empleados apenas se levantaron de sus escritorios. Era evidente que nadie quería interrumpir al jefe, Liam Kane, cuando estaba de mal humor, algo que, según los rumores, sucedía casi a diario. Había pasado horas practicando lo que diría, ensayando las palabras frente al espejo, repitiéndolas hasta que parecieran creíbles. Pero ahora, frente al despacho de Liam, las palabras se le escapaban como arena entre los dedos. Inspiró profundamente, con los ojos cerrados, intentando reunir el valor que le faltaba. Sus nudillos tocaron la puerta con un golpeteo que parecía demasiado débil para alguien en su posición.
—Adelante.
La voz de él era un cuchillo afilado, cortante y preciso. Maya empujó la puerta, sintiendo que cruzaba un umbral del que no podría regresar. Cerró tras de sí con un clic seco, como el sonido de una trampa cerrándose. Liam estaba de pie junto al ventanal, con la ciudad extendiéndose bajo él como un imperio que parecía poseer. Vestía un traje oscuro que resaltaba la línea de sus hombros y la firmeza de su postura. Sus manos estaban metidas en los bolsillos, y su perfil era el de un hombre que había aprendido a ser impenetrable. Cuando se giró para verla, sus ojos, fríos y calculadores, se clavaron en los de ella como una lanza. Maya sintió un nudo en la garganta. Ese no era el Liam que había conocido de niños, el que la había protegido en el colegio de las burlas, el que le había contado sus sueños de ser algo más que el heredero de su padre. Este Liam era un extraño.
—¿Tú aquí? Aunque no debería sorprenderme, en relidad te estaba esperando —dijo él, cruzándose de brazos. Su voz era baja, pero cargada de tensión —Seguro te enviaron de emisaria para tratar de convencerme de algo que no haré.
Maya tragó saliva y alzó la barbilla, aunque por dentro se sentía como una niña asustada.
—Papá empeoró anoche —dijo, su voz apenas un susurro —No tengo tiempo para tus juegos, Liam. Necesito que vengas a casa.
Él soltó una carcajada seca, desprovista de humor, tan cortante que Maya sintió que el suelo se tambaleaba bajo sus pies.
—¿Te enviaron a negociar? —replicó con sarcasmo, sus ojos brillando con una mezcla de burla y desafío.
—No estoy aquí para negociar —replicó ella, intentando mantener la calma mientras su corazón latía desbocado —Esto es por nuestro padre, somos familia, Liam, por favor.
Liam dio un paso hacia ella, acortando la distancia. Su presencia era sofocante, como si llenara todo el espacio. Sus ojos, de un gris glacial, se clavaron en los de Maya con una intensidad que la hizo retroceder un paso instintivamente.
—¿Somos familia? —repitió, su tono lleno de burla —Creí que habías dejado claro hace años que no querías tener nada que ver conmigo.
El comentario le golpeó como una bofetada, pero Maya no iba a dejar que él lo notara. No ahora.
—Liam, no se trata del pasado. Luego, si quieres, puedes no volver a hablarme, pero papá… podría morir —dijo, su voz quebrándose a pesar de sus esfuerzos por mantenerse firme —Te lo ruego, haz esto por él, por mamá, hazlo por ti.
Un destello cruzó el rostro de él, algo entre dolor y furia, pero desapareció tan rápido como había llegado. Liam ladeó la cabeza, observándola como si tratara de descifrar un acertijo.
—Hazlo por ti… —repitió en voz baja, probando el sabor de esas palabras. Entonces, sus labios se curvaron en una sonrisa vacía, carente de calidez —No. No funciona así, Maya. —El silencio que siguió fue espeso como humo. Maya sintió que cada segundo se alargaba como una eternidad, y cuando él finalmente habló, sus palabras cayeron como un golpe. —Acepto ir, pero hay una condición.
Maya frunció el ceño, desconfiada. Su instinto le gritaba que corriera, pero sus pies parecían anclados al suelo.
—¿Qué condición?
Liam dio un paso más hacia ella, hasta que el aire entre ambos era casi inexistente. Su voz se volvió un murmullo, pero su tono era implacable.
—Que te conviertas en mi amante. Aquí, ahora, hasta que yo decida que esto termine.
El aire pareció desaparecer de la habitación. Maya lo miró, incrédula, esperando que él se retractara, que dijera que era una broma cruel. Pero Liam no se movió, no parpadeó. Era como si la desafiara a negarse.
—Eso es absurdo, te volviste loco si crees que aceptaré
Liam sonrió, pero era una sonrisa helada, sin rastro de humanidad.
—Tal vez. Pero esas son mis condiciones. Piénsalo, Maya. Tienes hasta mañana para decidir.
Maya sintió una oleada de indignación mezclada con impotencia. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se negó a dejar que él la viera llorar. Dio un paso hacia él, cerrando la brecha entre ambos, y lo miró directamente a los ojos.
—Eres un monstruo —dijo, su voz temblando de rabia —¿Cómo puedes ser tan cruel? Esto no tiene nada que ver contigo, Liam. Es sobre nuestro padre.
—Es mi padre, no el tuyo. —Liam apretó los dientes, y por un instante su máscara de frialdad pareció resquebrajarse —Aun así ese hombre que me ignoró toda la vida, solo me veía como una herramienta más para su legado. No voy a mover un dedo por él, y mucho menos gratis.
Maya sintió que el peso de sus palabras la aplastaba, pero no iba a rendirse. No podía.
—Esto no se trata de ti, Liam. Ni siquiera de él. Es sobre lo que es correcto. Lo que queda de nuestra familia...
Liam se quedó en silencio por un momento, como si estuviera considerando sus palabras. Luego, su expresión se endureció.
—Lo que queda de nuestra familia murió hace años. Ahora, la decisión es tuya. Tómalo o déjalo.
Cuando Maya salió de la oficina, se sintió como si hubiera estado peleando una guerra y perdido. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas tan pronto como se cerró la puerta detrás de ella. Sabía que no tenía opción. Por mucho que odiara a Liam en ese momento, su padre necesitaba verlo. Y Maya haría cualquier cosa por su familia, incluso si eso significaba perderse a sí misma en el proceso. Al día siguiente, cuando volvió a enfrentarse a Liam, ya no era la misma. Había llorado, había maldecido, pero también había tomado una decisión. Esta vez, cuando cruzó la puerta, no vaciló. Liam levantó la vista de sus papeles al verla entrar y arqueó una ceja, con una chispa de diversión bailando en sus ojos.
—¿Entonces?
Maya respiró profundamente. Su voz, cuando habló, era firme, aunque por dentro se sentía quebrada.
—Acepto.
Capítulo 87 —EpílogoNarrador:El sol de la tarde pintaba el cielo con tonos dorados y rosados, bañando el jardín con una luz cálida y serena. Una brisa suave mecía las copas de los árboles, y el sonido de las risas infantiles llenaba el aire con una melodía que a Maya le parecía la más hermosa de todas.Desde el porche, con una taza de café en las manos, los observaba con el corazón latiéndole en el pecho de pura felicidad.Theo, con sus siete años recién cumplidos, corría a toda velocidad por el césped, mientras su hermana menor, con rizos oscuros y un vestido celeste que flotaba con cada paso, intentaba seguirlo.—¡Theo, espera! —chilló la niña, su voz infantil llena de frustración y determinación.—¡Tienes que atraparme, Lucía! —Theo se giró un instante y le sacó la lengua antes de seguir corriendo.Maya sonrió, sintiendo que su corazón se encogía con ternura.—Siguen creciendo demasiado rápido —murmuró.Liam, sentado a su lado con otra taza de café en la mano, deslizó un brazo po
Capítulo 85 —Y sí...Narrador:El sol de la tarde bañaba la pradera con una luz dorada, suave y cálida, como si el propio cielo bendijera aquel día. El aire estaba impregnado del dulce aroma de las flores blancas que adornaban cada rincón, mientras los invitados, vestidos de gala, susurraban emocionados en sus asientos.Bajo un arco cubierto de rosas y lirios, Liam esperaba.Vestido con un traje ne*gro impecable, se veía imponente, pero su respiración ligeramente agitada y la forma en que cerraba y abría las manos delataban su nerviosismo. Había enfrentado muchas cosas en su vida, pero nada se comparaba con esto. Nada se comparaba con esperarla a ella. Y entonces, la música comenzó a sonar.Los murmullos se apagaron cuando Maya apareció, caminando lentamente sobre un sendero de pétalos blancos que se extendía hasta el altar.Liam sintió que el aire abandonaba sus pulmones.Maya lucía… irreal.Su vestido era un sueño hecho realidad, de un blanco puro que contrastaba con su piel, con u
Capítulo 84 —Visitando a mamáNarrador:Desde que Tomás había roto las barreras con Liam al llamarlo el día del parto, su relación se había ido profundizando, al punto de que ya parecían los típicos hermanos que se llevaban bien… hasta que discutían.Porque sí, si algo quedaba claro, era que Liam y Tomás compartían más cosas de las que ambos querían admitir.—No tienes ni idea de lo que estás diciendo —soltó Liam con una risa sarcástica mientras se cruzaba de brazos.Tomás lo miró con incredulidad.—¿Perdón? ¿Me estás diciendo a mí que no sé de autos?—Exactamente.—Liam, tengo más coches en mi colección de los que tú has visto en toda tu vida.—Sí, coches de ricos que compraste porque te parecían bonitos, no porque entiendas una mier*da de mecánica.—¿Ah, porque ahora eres mecánico? —Tomás bufó, apoyándose en la barra del bar donde estaban sentados.—No, pero al menos sé que un V8 con doble turbo jamás va a darte la respuesta de aceleración de un atmosférico bien calibrado.—¿Estás j
Capítulo 83 —Por nuestra familiaNarrador:Maya se separó de Liam con dificultad, todavía con las lágrimas en los ojos, pero el instinto maternal se impuso en medio de la euforia.—Voy a ver a Theo —dijo, secándose la cara con el dorso de la mano.Liam asintió y le besó la frente con ternura antes de dejarla ir.Maya cruzó el pasillo hasta la habitación del bebé y se inclinó sobre la cuna. Theo dormía profundamente, con su respiración acompasada y su pequeño pecho subiendo y bajando con tranquilidad. Ni el alboroto ni su llanto lo habían perturbado.Sonrió y acarició su manita con suavidad, sintiendo que su corazón latía con una paz que no había sentido en meses.Pero al volver a la sala, la atmósfera había cambiado.Liam y Tomás estaban sentados frente a frente, la alegría inicial había dado paso a una conversación tensa.Maya se quedó en la entrada sin hacer ruido, escuchando.—No quiero ni un centavo de esa herencia —dijo Tomás con firmeza, mirándolo directamente a los ojos.Liam f
Capítulo 82 —No podía ser más perfectoNarrador:El llanto de Theo rompió el silencio de la habitación, un sonido suave pero insistente que hizo que Liam se tensara por un segundo antes de suspirar con una sonrisa cansada.—Parece que nuestro pequeño no está muy contento con que lo hayamos ignorado —murmuró, todavía recuperando el aliento.Maya dejó escapar una risa entrecortada mientras lo veía levantarse de la cama con el cuerpo aún desnudo y ligeramente sudoroso. Liam caminó hasta la cuna y tomó a Theo con la delicadeza de alguien que ya conocía cada pequeño movimiento del bebé, cada necesidad antes de que siquiera la expresara.—Shhh, pequeño —susurró contra su cabecita, acunándolo contra su pecho mientras le daba suaves palmaditas en la espalda—. Papá está aquí.Theo se removió un poco, pero en cuanto Liam volvió a la cama y lo colocó entre ellos, el bebé se quedó completamente quieto. Como si simplemente necesitará sentirlos cerca.Maya observó con asombro cómo su hijo, que segu
Capítulo 81 —No piensesNarrador:Los días pasaron en una rutina nueva, agotadora pero hermosa. Maya aún no terminaba de acostumbrarse a la idea de que Theo ya estaba en casa, de que por fin podía sostenerlo sin barreras, sin miedos, sin incubadoras de por medio.Pero lo que más la sorprendió no fue la maternidad en sí, sino la transformación de Liam.Siempre lo había visto como un hombre fuerte, dominante, un huracán de emociones contenidas… pero nunca imaginó que la paternidad lo haría ver así.Porque Liam no era solo un buen padre, era un padre amoroso, protector y completamente entregado.Maya lo observaba en silencio cada vez que tomaba a Theo en brazos con una ternura que contrastaba con su tamaño y fuerza. Lo mecía con una paciencia infinita, murmurándole cosas en voz baja, acariciándole la espalda cada vez que se dormía sobre su pecho.En las noches, cuando el bebé lloraba, Liam era el primero en levantarse. Sin importar lo cansado que estuviera, siempre la adelantaba, le susu
Último capítulo