Apenas reveló su secreto, Clara se arrepintió de haberlo hecho, especialmente al ver cómo el rostro de su jefe y ahora amante se volvía pálido y su mirada oscura y llena de deseo desaparecía.
Quiso llorar, lo había arruinado todo, pero creía que era mejor arruinarlo en ese momento y no cuando el joven se diera cuenta que era pésima en la cama porque no tenía idea de cómo complacerlo como esas mujeres que entraban a su cuarto por las noches.
Clara tomó su remera que estaba arrugada a un costado y se cubrió su pecho con vergüenza.
-Lamento haberte decepcionado- exclamó con la voz quebrada, tragándose las lágrimas cargadas de vergüenza. Se levantó de la cama a punto de salir corriendo, de no ser por una mano tímida que tomó con suavidad pero con firmeza su muñeca y no la dejó huir.
“¿Qué más quiere de mí? Un poco de piedad nada más necesito” Sollozó a sus adentros antes de girarse hacia el joven y ver que la observaba con una mirada suplicante que sentía que solo estaba en su imaginac