La mirada lujuriosa de Daniel descendió por todo su cuerpo.
—Aunque... si te portas bien, quizá considere tenerte como amante. Ganarías mucho más que con ese bueno para nada con el que andas.
Sofía le sostuvo la mirada, observando su expresión casi deformada por la perversión; sintió una oleada de náuseas.
«¿El novio de la heredera Vargas?».
Sofía arrugó la frente.
«Marcela dijo que era una simple reunión... ¿Quieren presentarme a Daniel?».
«Y yo, la mismísima heredera Vargas, ¿sin saber absolutamente nada?».
—¿La heredera Vargas? —repitió Sofía, y una risa cargada de ironía asomó a sus labios.
—¡Claro, la heredera de la familia Vargas! —exclamó Daniel, lleno de orgullo—. Con esa facha que traes, seguro ni te codeas con gente como ella. Es de la alta sociedad, de las nuestras. No es un ambiente al que puedas entrar solo porque te conseguiste a un sugar daddy.
Daniel observó su expresión y sonrió con suficiencia.
—¿Qué te pasa? ¿Estás celosa? ¿Miedo?
A Sofía la situación le pareció comp