Ante esa pregunta, Lorena se quedó en completo silencio.
Era verdad. No le había preguntado a Valeria qué opinaba, solo se había preocupado por si Sofía estaría dispuesta a aceptarla.
Le parecía una oportunidad única, el momento perfecto para que su hija mayor se involucrara en la empresa. Daba por sentado que no la rechazaría.
Sin embargo, las palabras de Sofía la hicieron dudar si su decisión era la correcta.
Al ver a su madre pensativa, Sofía se puso de pie.
—Madre, por su reacción, veo que no lo ha hablado con mi hermana. Mi sugerencia es que lo consulte con ella primero. Por mi parte, no hay ningún problema. Si ella quiere venir, será más que bienvenida.
Una sonrisa de orgullo se dibujó en el semblante de Lorena.
—Sofi, en serio has madurado.
Sofía sonrió.
—No es que haya madurado. Es que entiendo lo mucho que ha trabajado y quiero ayudarle a reducir sus preocupaciones. Bueno, la dejo para que lo piense con calma. Con permiso.
Dicho esto, se dirigió hacia la puerta.
Lorena no int