Capítulo 104
Sofía reconoció la marca que había quedado en su piel por el forcejeo y retiró la mano con un gesto un tanto tenso.

—No es nada, son solo rasguños.

Volvió a insistirle que se marchara:

—Vete, por favor. Puedo sola.

La expresión de Alejandro se endureció. No podía creer que, incluso en ese momento, ella siguiera sin querer contarle la verdad.

¿Por qué no podía ser sincera y confiarle lo que había sucedido?

—¿Y a esto le llamas un simple rasguño?

Sofía, sin percibir la gravedad en su tono de voz, dijo como si nada:

—Sí, no te preocupes. Con dormir un poco se me quita.

Quería bañarse cuanto antes. Justo cuando iba a pedirle una vez más que saliera, alzó la vista y se encontró con su mirada profunda.

—¿Qué pasa?

Todavía se sentía algo desconcertada.

—Sofi, espero que de ahora en adelante no te hagas tanto la valiente —la voz de él denotaba preocupación y ternura—. También puedes apoyarte en mí, no tienes que ser tan dura contigo misma todo el tiempo.

Al oírlo, Sofía se quedó inmóvil.

Era l
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