Su imponente estatura se convirtió en un escudo que la protegió de todas las habladurías. La fuerza que emanaba era tan abrumadora que nadie se atrevió a contradecir sus palabras.
Más allá de la atracción inicial, Sofía comenzó a analizar la situación con más calma. Cada vez estaba más convencida de que la identidad de Alejandro no era tan simple como aparentaba.
«¿Una persona común y corriente podría tener esa presencia, esa claridad mental?»
Siempre había tenido sus dudas, pero el incidente de esa noche las hizo mucho más fuertes. La pequeña semilla de la sospecha, plantada tiempo atrás, comenzaba a germinar con fuerza en su interior.
Las palabras de él silenciaron los murmullos. Aunque algunos todavía querían comentar algo, bastó una mirada suya para que se tragaran sus palabras. Su presencia era dominante, y en sus ojos había una amenaza silenciosa. Por eso mismo, nadie se atrevió a decir nada más.
Ella se sintió aliviada de no tener que gastar más energía en eso. El asunto con Edu