En ese momento, la bruja médica salió del quirófano. Los tres caminaron hacia ella, ansiosos por saber el resultado. Me desprendí de los recuerdos y vi la escena. El corazón se me encogió. Quería saber su reacción al descubrir mi muerte.

La bruja se quitó los guantes con cansancio.

—El trasplante fue exitoso. El riñón se implantó sin problemas, pero la donante...

Antes de que terminara, la asistenta sacó a Laura del quirófano y los tres corrieron hacia ella, sin escuchar el resto.

Mi cuerpo yacía abandonado en la fría morgue. Una tristeza profunda me inundó. En vida nadie me atendió. Muerta, ni siquiera reclamarían mi cuerpo. ¿Era tan despreciable?

Había cedido una y otra vez, complaciendo con cuidado. Había renunciado a todo, solo esperando un poco de amor de mi madre, mi padre y de Simón.

Pero hasta en la muerte, seguía vacía.

Ellos permanecían al lado de Laura. Cuando abrió los ojos lentamente, mi mamá lloró de alegría.

—Mi tesoro, al fin despiertas. ¡Qué susto me diste!

Mi