Punto de Vista de Mia
—Mami, ¿dónde estás? —mi voz resonaba por nuestra casa. Los pisos de madera crujían bajo mis zapatitos mientras buscaba en cada habitación—. ¡Voy a encontrarte!
Las escondidas eran nuestro juego especial, el que siempre hacía sonreír a mami incluso en sus días tristes. Y había estado teniendo más días tristes últimamente, especialmente después de que papi comenzó a trabajar hasta tarde.
—¡Te encontré! —me reí, viendo su sombra detrás de la puerta de mi habitación. Me levantó en un abrazo que olía a jazmín y seguridad.
—Siempre lo haces, niña lista —llenó mi cara de besos hasta que chillé—. Ahora es mi turno de buscar. ¿Recuerdas las reglas?
Asentí solemnemente. —No pasar la puerta del jardín. Quedarme donde pueda escucharte llamar.
—Esa es mi galletita inteligente —se cubrió los ojos, comenzando a contar—. Uno... dos...
Corrí de puntitas, tratando de que mis zapatos no hicieran ruido contra el piso. El jardín era mi lugar favorito para esconderme, lleno de las ros