Punto de Vista de Mia
Frío. Un frío que calaba los huesos.
Las puertas del hospital sisearon detrás de mí. Las palabras resonaban, rebotaban y se hacían añicos en mi cabeza.
"No podemos garantizar. Debería prepararse..."
Las máquinas pitaban. No se detenían.
No. No pienses. Solo camina. Un pie. Luego otro. El estacionamiento se difuminaba ante mis ojos, farolas sangrando en la oscuridad. Como acuarelas, como las que mamá pintaba conmigo antes de que todo se desmoronara.
Mis pies me llevaban hacia adelante mecánicamente. El estacionamiento se extendía sin fin frente a mí, farolas proyectando charcos de luz amarilla enfermiza. Cada paso se sentía más pesado que el anterior, como si mi cuerpo finalmente estuviera colapsando bajo el peso de todo lo que había perdido.
Concéntrate. Tenía que enfocarme. Pero todo estaba girando. Deslizándose. Como arena entre mis dedos. Como todo lo demás.
"Los procedimientos experimentales son riesgosos..."
Mis bebés. Mis sueños. Y entonces mamá.
El concreto