No tardé mucho en llegar, ya que era bastante cerca en taxi. Entré al hotel y minutos después, toqué su puerta.—Carl —digo preocupada al verlo tan mal— Estás ebrio.Lo ayudé a entrar y lo senté en su sofá. Le quité una botella de whisky y la coloqué en la mesa.—¿Qué sucede? —demandé con preocupación.—Nunca tuve a alguien cuando era niño, ¿sabes? —trató de ponerse de pie, pero se lo impedí— Esa mujer... no debió de ser mi madre.—Carl… —me senté junto a él y sequé sus lágrimas— ¿Qué sucede?—Pensé que ella era la mujer de mi vida —lo miré con una mueca— pero estoy condenado.. Creí que por un momento, la vida estaba siendo justa conmigo, que por fin estaba siendo amado.—Hablas de Roxanne.—Me confesó que sí me fue infiel —solté un suspiro— Qué se reencontró con un viejo amor y habían estado juntos en varias ocasiones.—Carl…—acarició su mejilla— tú eres la única que me ama de verdad —me contuve para no llorar— Me terminó por un mensaje de texto.. la mujer que amé durante 5 años me te
Bajé las escaleras y al llegar al último escalón, vi a Nick sirviendo algo en una taza. —Aquí está tu té —me dijo y puso la taza en la isla. — Las pastillas. —me las entregó.—Gracias —estornudé, me tomé las pastillas con el té. — Gracias por llevarme hasta mi habitación.—No hay de qué —miré su espalda de arriba hacia abajo. — De casualidad... ¿hice o dije algo? —él se giró y secó sus manos con una toalla.—No —respondió en seguida.—Mmmh —dudé. — ¿Seguro?—Sí. —Bueno, iré a recostarme en el sofá —él asintió. — ¿Estás seguro de que no…?—Sólo te dormiste —tomó un sorbo de café.—¿Sabes? —entrecerré mis ojos y doblé mi cabeza a un lado. — No confío en ti.—Lo sé —tomó otro sorbo para ocultar su sonrisa.***Pov. NickNoche anteriorRealmente estaba muy enferma con su nariz roja al igual que sus mejillas y ojos, la vi como se dejaba vencer por el sueño, aunque luchaba por no dormir hasta que no pudo más. La luz de la luna a través de la ventana caía en su rostro, se había quedado dor
Emma —¿Dónde dormiste anoche? —le pregunté bajando las escaleras.—Buenos días —ni siquiera me respondió y tomó su café como si nada. — Ya veo que estás mejor.—No me respondiste —solté un bostezo y me senté en el sofá. — ¿Dónde dormiste?—No dormí —volvió a tomar café. — Te preparé el desayuno.—¿Que hiciste, qué? —no lo podía creer.—Si no lo comes, me ofendería mucho — sonrió sin mostrar los dientes.—Esto es muy extraño —me puse de pie, mirándolo con aprensión.—¿Qué cosa?—Estás siendo amable. ¿Por qué tú cambio? —lo miré con desconfianza.—Solo hice el desayuno, mujer —dijo divertido y entrecerré los ojos.—No confío en ti —hice una mueca y él negó, mientras luchaba por no sonreír.—Ya lo sé —sonrió, arrugando su nariz.Fui a la isla y vi mi desayuno: me preparó huevos revueltos con tocino, también waffles y fruta picadas. Empecé a comer.—Está muy bueno —hablé con la boca llena. — Gracias.—Tienes una hora para que estés lista —lo miré con el ceño fruncido y se puso de pie. —
El bar a donde fuimos era genial, las luces me cegaron momentáneamente al principio, pero al adaptarme, sonreí al ver la barra, los adornos y la pista principal. Esperaba que fuese una gran noche, necesitaba divertirme. Mis amigas pidieron sus respectivos tragos y yo hice lo mismo. Tomé un sorbo de whisky e hice una mueca de disgusto, no sabía cómo podían beber eso, era horrible.Miré a mi alrededor y una chica pelirroja parecía mirarme de forma poco amigable. Vi que se puso de pie, pero un chico le dijo algo aloído y la sienta. Fruncí el ceño y Nancy me tomó del brazo para sacarme a bailar junto con Jane. No necesitábamos hombres, con nosotras 3 bastaba. Reímos, bailamos y tomamos, luego de bailar por un buen tiempo nos fuimos a nuestra mesa donde estaban los demás.—Por culpa de Nick mi prima está muerta —dijo la chica pelirroja a mi oído, yo me quedé helada. — Es un idiota.—¿Perdón? —dije un poco confundida.—Lo que escuchaste, querida —ella me miró con rencor. — Es culpa de él
Una esposa para su hijoEra un día casi normal en la oficina donde era asistente del señor Patrick Russell, magnate empresario con más de treinta años de experiencia y el hombre más bondadoso que había conocido jamás. Y dije casi, porque había llegado tarde por culpa de mi maldito despertador.Mi jefe era un hombre cabal y serio, a diferencia de su quejumbroso hijo, un chiquillo mimado que sería el futuro presidente y dueño de las empresas Blomkamp C.A, una a la que daba por perdida en manos de semejante ser insufrible.En fin, esperaba tener el dinero suficiente ahorrado, porque estaba segura que una vez que Nicolas tomara el mando, me mandaría de patitas a la calle, sólo por un tonto accidente que no era capaz de olvidar.Estaba revisando unos papeles importantes para entregarle a mi jefe, cuando recibí un llamado urgente a su oficina.—¿Me llamaba, señor Russell? —entré con carpetas en mano, por si acaso íbamos a hablar de la junta de las 3pm.—Sí, señorita Benedict. Siéntese favo
—¡Me caso! —dije en cuanto abrí la puerta para que mi mejor amiga entrara.Nos encontrábamos en mi apartamento, mi jefe y futuro suegro me había dado el día libre. Jane llegó al instante que la llamé y aquí estábamos.—¡¡¡Oh, por Dios!!! ¿Cómo es que te casas? ¿Con quién? ¿Cuándo? —exclamó, casi gritando— Que yo sepa no tienes novio, hasta llegué a pensar que eras lesbiana y querías conmigo.Rodé los ojos al tiempo que me tumbaba en el sofá a la par de Jane, mientras le respondía:—Aún no sé cuando, mi jefe no me lo ha dicho.Jane frunció el ceño.—Espera, ¿qué? ¿Tu jefe? —afirmé— ¿Me estás diciendo que te casas con tu jefe, el que de seguro es viejo y panzón? ¿Sabes? Hubiese preferido que fueras lesbiana.La fulminé con la mirada, reprendiéndola.—¡Jane! ¿Cómo puede decir que me prefieres lesbiana? Tan lindos y hermosos que son esas cosas satánicas llamados hombres.—Pero Emma, ¿habiendo tantos chicos guapos, preferiste al panzón de tu jefe?—¡No, Jane! Y mi jefe no es un panzón como
—¡¿Terminaste?! —espeté irritado.—Permítame reírme, por favor… —dijo copiando mis palabras— ¿Yo enamorada de usted? Buen chiste, señor... mimado.La fulminé con la mirada, estaba harto de que me dijera "señor mimado" porque no era un mimado y mucho menos un niño.—No quiere mi dinero, como si fuera a creerle —rodé los ojos.—Piense lo que quiera —no había perdido la sonrisa— Además, le conviene que me case con usted o si no lo pierden todo —maldita sea, lo sabe— Y ya le he dicho que no quiero su dinero —continuó diciendo. Sí, claro.—Todas las de su tipo son iguales, siempre quieren lo mismo, ¿por qué usted no? Si al final, todas son igual de zo... —no logré terminar la frase, ya que siento su palma en mi mejilla— ¡Ahh! Eso sí que dolió.—¡Imbécil! —dijo molesta y yo solo me froté la mejilla porque créanme, golpea fuerte.—No debería ofenderse con la verdad —levantó su mano, intentando darme otra bofetada, pero esta vez logré detenerla en el aire— Espera, ¡no otra vez!—¡Suélteme!
Los aplausos de los invitados se hicieron presentes, mientras nos colocábamos los anillos.No podía dejar de ver el mío, era hermoso, tenía un diamante en el medio lo cual lo hacía brillar. Luego firmamos los papeles y los aplausos no dejaron de sonar, mientras los invitados se nos acercaron a felicitarnos. Pobres, creían que esto era real.—Estoy feliz, al fin te casaste, amiga —habló una Jane melancólica.¿Pero qué le pasaba?—Esto es un contrato, Jane y lo sabes, dentro de seis meses acabará.—¿Quién sabe lo que pueda pasar? —me guiñó un ojo.—Nada. No pasara nada, Jane y deja de leer tantos libros y de ver tantas novelas baratas y tontas, por favor, o te volverás loca.—Tú dirás lo que quieras, pero ya verás que tengo razón —sonrió ampliamente—. Cuando tengan hijos, no te olvides de mí para su madrina.Abrí mi boca para hablar, pero fui interrumpida por mi suegra.—De nuevo bienvenida a la familia, hija —habló con los ojos llorosos, a lo que yo afirmé con una sonrisa de lo más fi