Capítulo 3

MELODY

Me sorprendo al ver a mi hermanastra, una mujer castaña de ojos avellana, pero eso no es lo que llama mi atención, sino, el hecho de que mi mirada descienda hasta el vientre abultado que tiene debajo de su blusa holgada. 

—¿No te alegras de verme, querida hermana? 

Emilia es adoptada, como mis padres no pudieron tener más hijos después de mí, ellos optaron por buscar nuevas alternativas, y eso dio con la adopción, cuando la empujaron delante de mí, la quise como si fuera mi propia sangre, es tan solo un año menor que yo, y ahora, con todas las confesiones de Roman, mi visión de ella ha cambiado. 

—Sí que te ves mal, Melody —se cruza de brazos. 

Volteo a ver a mi hijo en brazos de uno de los hombres e intento levantarme, pero enseguida uno de ellos me apunta con una pistola directo a la cabeza, mientras que el otro que sostiene a mi bebé, le apunta con otra arma. 

—Si te mueves, uno de los dos muere, te aconsejo que tomes su lugar —arguye ella con un brillo de malicia en los ojos—. ¿No es lo que hacen las madres? ¿Acaso no se sacrifican por sus hijos? 

—¿Por qué haces esto? —inquiero con cautela al ver que no puedo hacer nada. 

Ella solo me tiene entre la espada y la pared, estoy en su completa merced. 

—Tú sí que eres una idiota, m*****a ingenua —ríe como si estuviera desquiciada.

Acto seguido se levanta el vestido y saca debajo una panza falsa, de esas que son de tela y gel, de las mismas que hacen aparentar a las personas que están embarazadas, me quedo en completo shock. Luego la tira al suelo elevando las comisuras de sus labios en dirección al cielo, hay tanta malicia en su mirada, que la desconozco. 

Ella aparentaba ser linda, atenta y tierna conmigo, con nuestros padres, pero cuando sucedió todo y se decidió que yo era la más adecuada para casarme con Roman, ella solo desapareció, no contestaba mis llamadas y mucho menos los correos que le enviaba. 

—¿Sorprendida? —enarca una ceja con incredulidad. 

—Tú no eres así… —mi voz es apenas un débil susurro. 

—Te equivocas, hermanita, siempre he sido así, solo que estabas demasiado ocupando tu vida de fantasía, y luego, cuando murieron nuestros padres, te olvidaste de todo y solo te enfocaste en tu maldito matrimonio —apunta destilando odio en cada una de sus palabras—. Eres una perra. 

Respiro hondo. 

—Pero eso ya no tiene caso, ¿verdad? Supongo que Roman ya te contó lo nuestro —merma el espacio que nos separa—. No te conformaste con haberme quitado todo en la vida, sino, que te casaste con el hombre del que he estado enamorada desde que llegué a la vida de los Clifford. 

Me quedo en silencio por un par de segundos. 

—Yo no sabía que estabas enamorada de Roman —comento sintiéndome la más idiota del planeta. 

Puedo ver el dolor en su mirada, es solo por unos segundo, pero estaba ahí, ella ha estado sufriendo todo este tiempo y yo no tenía idea. 

—¡No te hagas la mosca muerta! —exclama llena de coraje, cerrando los puños y acercándose más y más a mí—. ¡Tú siempre lo has sabido, así como sabías todo este tiempo que yo lloraba por las noches y nunca les decías a mis padres, porque eso es lo que hacías mejor, siempre queriendo ser la protagonista en todo, pero esta vez no está funcionando, Melody! 

Siento que la adrenalina recorre por todo mi torrente sanguíneo, son demasiadas emociones por el momento, y mi mirada se va unos instantes en dirección de mi hijo, necesito mantenerlo a salvo, haré lo que sea para que no le haga daño alguno, solo tengo que encontrar la forma de lograr que ella se calme, que se olvide de lo absurda que suena al pensar que mis padres no la amaban. 

Dios, ella era su adoración, la niña más pequeña de sus vidas, incluso siendo grandes, la apoyaron en todo, menos a mí. 

—¡Por años he aguantado el que seas la niña de papi, de mami, la niña que siempre lo tuvo todo en la vida!

—¡Tú también lo has tenido todo! —exclamo con voz queda—. Nuestros padres te daban todo lo que pedías. 

—¡Ay, por favor, siempre me dieron tus sobras, siempre tuve que conformarme con lo que tú ya no querías! Su cariño, su tiempo, incluso cuando íbamos a las reuniones de nuestro padre, siempre presentaba con orgullo a su hija mayor, nunca a mí —brama rechinando los molares—. La princesa de papá, decía todo el mundo, en cambio, a mí… 

Rodea la cama en la que me encuentro y se me acerca para que estemos frente a frente. 

—Nada, eso es lo que siempre tenía, solo me presentaba como su hija pequeña, no había más, ningún elogio, ¿crees que no sé que la gente hablaba a sus espaldas? Qué decían que era la adoptada, el proyecto de caridad de mamá. 

Niego con la cabeza y las lágrimas brotan de mis ojos. 

—Ellos te amaban, nunca fuiste un proyecto de caridad, yo siempre te quise, traté de protegerte todo el tiempo —sollozo. 

—Pues no hiciste un buen trabajo, pero sabes qué, eso ya no importa. 

Se aleja de mí, un nuevo miedo me atesora, no sé de qué es capaz de hacer. 

—¿Por eso le mentiste a Roman, acerca de que te quise empujar por las escaleras? —tiemblo—. ¿Por qué mentiste? ¿Por qué me quitaste a Roman? 

Emilia suelta una nueva carcajada. 

—¿Te estás escuchando? No se puede quitar algo que nunca ha sido tuyo. 

—¿Qué quieres decir? 

—Qué yo ya era novia de Roman desde antes de que el tío Hiero propusiera que una de las dos fuera su esposa —confiesa con lentitud—. Yo era su novia de dos años, es a mí a quien siempre amó. 

El pecho me duele. 

—Eso no puede ser… él aceptó casarse conmigo… 

—Porque el tío te vendió y porque sus padres, los señores Leblanc, lo amenazaron con hacerlo, de lo contrario, destruirían su carrera, todo por lo que luchó, para ellos era importante que su amado hijo estuviera casado con la hija de sangre de dos personas que hasta el día de hoy, consideran una buena familia —apunta dando un golpe con el pie contra el suelo—. Yo estaba descartada por ser adoptada y no tener sangre Clifford corriendo por mis venas. 

La realidad es una bestia muy diferente a todo lo que ha pasado por mi cabeza desde que Roman me destrozó, y ahora Emilia está dando el golpe final. 

—Hablamos y aceptó casarse contigo, pero no contábamos con que en el contrato, venía estipulada la cláusula de que para que el divorcio se haga válido después de arreglado el problema financiero, tendría que haber un legado, su legado —esta vez mira a mi hijo con ojos de fiera a punto de comerse a su presa—. Un hijo, por eso se tenía que acostar contigo. 

La verdad me duele más de lo que pensé, me siento usada por todos, incluso por mis padres. 

—¿Quieres saber lo que me dijo la noche después de que te follara? —sonríe con más malicia que al principio. 

—No, cállate, no quiero escucharte más, vete y devuelve a mi hijo —pido con los puños cerrados. 

—Él dijo que mientras follaba tu cuerpo, pensó que lo estaba haciendo con una muñeca sin vida —ríe. 

—¡Cállate! 

—¡Dijo que al principio era como estar follando el aire, luego pensó en mí! 

—¡Por favor, ya no te quiero escuchar, cállate! —rechino los dientes y aprieto la sábana con mis manos, debido al coraje que me invade. 

—¡No, vas a escuchar hasta el final, él dijo que mientras entraba y salía de ti, él se imaginó que era yo debajo de su cuerpo, gozando de su polla como lo hago todo el tiempo, cada noche! —vuelve a acercarse a mí. 

Intento retroceder, pero ella me lo impide, tirando de mi cabello con fuerza. 

—Tú me quitaste lo que más amo, pero esta vez ya no va a ser lo mismo, esta vez me quedaré con tu vida, con tu hombre y con tu hijo —espeta con firmeza. 

—Emilia… 

Observo cómo se acerca a uno de los hombres. 

—Preparen el helicóptero para trasladar a Melody a los mares mediterráneos. 

—¡Emilia, pero qué haces! —grito llena de dolor al ver a mi hermana tan cegada por el odio. 

—Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo, hermanita. 

Acto seguido se acerca a una de las mesillas de metal que contiene los aparatos quirúrgicos, en un abrir y cerrar de ojos me clava un bisturí en el vientre, el dolor agudo recorre todo mi cuerpo y chillo del dolor. 

—Oh, hermanita, ni te molestes en gritar, es sorprendente cómo todos tienen un precio, incluida la gente del hospital. 

Emilia va directo a mi hijo, lo toma en brazos, intento ponerme de pie sin importar el dolor para tratar de impedir que se lo lleve, pero es demasiado para mí, un golpe en la cabeza me deja en la completa oscuridad, solo puedo escuchar de fondo su risa histérica y el llanto de mi bebé. 

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