UNA EXTRAÑA MADRUGADA

Madison

Camino de un lado a otro en la habitación sin saber qué hacer. Lo que escuché me ha dejado muy perturbada. No puede ser que esta mujer realmente quiera matar a su esposo, ¿o sí?

Mi corazón late acelerado, estoy temblando; y no es común en mí perder los estribos de esta manera.

—No, debo haber escuchado mal, evidentemente ella no puede hacer algo así —susurro para mis adentros.

Vuelvo a asomarme por la puerta con mucho sigilo. La esposa ya se ha quitado los zapatos y parece esperar con impaciencia algo, o a alguien. Me debato si debo llamar a la policía, sin embargo, no creo que hacer eso sea una buena idea. No se supone que yo deba estar aquí, ella podría usar eso a su favor para hacer creer que soy yo la responsable.

Salgo de puntitas y camino hasta la cocina. Ella se encuentra en la sala. Se sienta en el sillón y entonces su teléfono se enciende.

—¿Ya estás afuera? Espera un momento —dice en un susurro, pero todo está tan silencioso, que la escucho perfectamente.

Me escondo
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