Alec
Tengo dos noches sin poder dormir. Tan solo de saber que esa mujer podría salir libre, un nudo en mí estómago me impide poder comer, descansar, o incluso pensar con claridad.
Sé que a Madison también le está afectando, está muy extraña desde esa llamada. Después de haber vuelto de las compras con Tania, su actitud es mucho más distante.
No quiero creer que me oculta algo, pero es lo que percibo de ella.
Ahora mismo está distraída mirando al infinito mientras le dan de comer a Thomas. La cuchara está a dos metros del bebé. Me echo a reír y llamo su atención.
—Mads, la boca de Thomas está por allá —indico empujando su mano suavemente.
Ella sacude la cabeza y se ríe.
—Lo siento, amor. No sé dónde tengo la cabeza.
—Quizá tenga que ver con lo de cierta llamada —menciono como si no fuese nada.
De verdad quisiera pensar que no significa nada. Después de todo, ¿Por qué tendría que perder la cabeza por el hecho de que mí exmujer salga de prisión? Estará encerrada en su casa hasta