Con una sonrisa que solo Leonel Kigman podía sacarle, sonrojada al recordar la madrugada, es que mientras más pasaba algo entre ella y Leonel ella seguía deseándolo más.
Arrepentirse de algo no estaba en su lista y sin duda, comerse a Leonel Kigman jamás sería un error, mientras pudiera y tuviera la oportunidad seguiría recibiendo las mejores noches de ese hombre.
A pasos lentos se acerco a recepción, donde veía una discusión clara de la recepcionista con otra mujer. Quién insistía en ver a Braulio, sin aceptar que la chica le repetía que no estaba.
—Buenos días, ¿pasa algo aquí? —interrumpió Noelia la discusión, ganándose unas miradas que la escaneaba de pie a cabeza.
—¿Tú quién eres? —interrogó con molestia la mujer.
—Disculpe, señorita, ¿a quién busca? —preguntó la recepcionista con amabilidad mirando mal a la otra mujer.
—No te preocupes, espero al señor Urrutia y la…
—¿Puedo saber para qué? —interrumpió la mujer, Noelia levantó una ceja por la pregunta de la mujer. Quién la veí