9. Una espina de incertidumbre en el corazón.
El señor Dupont se acercó a la puerta en el momento que vio entrar a Sofía. La recibió con educación y una sonrisa enorme. Era el único de la familia que tenía modales y un temperamento agradable. Era irónico que quien había hecho su mina de oro y elevado el nombre de la empresa, fuera el más modesto.

—Por favor, doctora Sofía, por aquí —dijo Enzo señalando con su mano el camino.

Una lucha encarnizada se llevaba dentro de la chica. Una Sofía quería correr y buscar con ansiedad a Adam para arrojarse a sus brazos y llorar amargamente mientras agradecía haberlo reencontrado, pero otra… una oscura y herida, la detenía sujetándola con saña, regañándola y haciéndole recordar todo el dolor que había vivido por su culpa.

—Agradezco que hayas aceptado venir —añadió Enzo sacando a Sofía de sus pensamientos, pero esta no se dignó a contestar, no encontraba las palabras.

Llegaron hasta la habitación de Adam y Enzo decidió detenerse antes de abrir la puerta. El tiempo que había pasado desde e
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