Capítulo XVIII. El principiante

Al despertar Eva se sorprende al vislumbrar a Nicolás sentado en su sofá con una taza de café y uno de sus libros favoritos. Sus miradas se cruzan y el moreno deja de lado lo que hace.

         —Al fin despiertas, humana.

         —¿Qué haces en mi habitación? —cuestiona.

         —Estaba aburrido en la casa del brujo, —resopla.

         —¿Qué tiene de divertido espiarme mientras duermo? —interroga.

         —Tus sueños, —Eva eleva sus cejas para luego fruncirla.

         —Deja de entrar a mi cabeza, —este rueda sus ojos.

         &m

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