La Dama de Rojo
Camino entre las mujeres, evaluando la mercancía que trajeron mis hombres hoy, me siento decepcionada.
—Sinceramente no se que estabas pensando en traer una gorda como esa — Le digo a mi mano derecha viendo a una chica bien pasada de peso, en el medio de todas, si parece un cerdito.
—Debes abrir tu mente, los tiempos han cambio, los hombres no solo buscamos huesos. — Dice el descarado, lamiéndose los labios mientras observa a la mujer rolliza llorar atada como a las demás prisioneras.
—Siempre has tenido mal gusto para las mujeres — Me burlo de sus gustos, con él me quito las mascaras soy la mujer fría, calculadora y sin corazón que me convirtieron en mi juventud.
—Sabes que sí. — Me responde, porque sé que él está enamorado de mí y nunca le he hecho caso, solo un hombre puede tocarme y es mi esposo.
—Déjeme ir, no sabe con quién se está metiendo. —Lloriquea una de las chicas, atreviéndose a amenazarme.
—No digas tonterías niña, la que no sabe con quién habla e