EDDY:
12:45 de la tarde. Había decidido que apenas terminara de armar mis maletas, con las nuevas mudadas de ropa que me llevaría esta semana al internado, iría a almorzar, pero daba la casualidad que ya había terminado de organizar todo y mi padre no salía de su despacho. Todo parecía indicar que Beatriz tenía órdenes directas del monarca del hogar de no servir la comida hasta que estuviéramos todos en el comedor.
De casualidad solo faltaba él.
Bueno, aguantaría.
Al menos había logrado desayunar un par de tostadas con jalea de maní y un jugo de naranja natural. Eso hacía que soportara el vacío un poco.
Me recosté boca abajo sobre la cama, con mi mirada puesta en la cómoda, hecha de madera fina de nogal. Por un instante me detuve a pensar en lo loca que estaba por acceder a las locuras de mis padres, pero estaba decidido y si quería que mi plan secreto funcionara, tenía que hablar con Lucas, cosa que no me hacía mucha gracia o me llenaba de emoción.
Tomé de la mesita de noche mi