Una vez más miré a mi madre en busca de ayuda, pero ella con facilidad decidió mantenerse al margen de esto, asintiendo y negando a lo que sea que leía en la nueva edición de su revista.
Cómo decirme que vivíamos bajo un estado patriarcal, sin decirme que vivíamos en un total estado patriarcal.
¡Vamos! ¡No era la época clásica!
—Estamos en el siglo XXI, mamá. Las bodas arregladas ya pasaron de moda hace mucho y esto es un atropello a mis derechos ¡Es injusto!
—No, no lo es porque sé que te gusta y sé que no le eres tan indiferente como aparenta serlo.
¿No? ¡Ese no es el punto! ¡Concéntrate, Eddy!
—¡Oye! ¡Tú no podrías saber eso!
—Claro que sí, fui joven —encogió sus hombros sin darle mayor importancia, pues seguía revisando archivos en su computadora y firmando hojas que luego escanearía para evitarse el tener que ir a la empresa los domingos. Mi padre dejó de lado el trabajo al escuchar un chasquido de mi lengua y juntó sus manos al frente como todo hombre de negocios —Escucha, cariño. Sé que ustedes se llevaban muy bien antes y eran muy unidos. También sé que ese cariño está por algún lado…
—Sí, en tu imaginación —Rodé los ojos —Lucas Maxwell me desprecia, papá. ¿Creés que seré feliz al lado de un tipo egocéntrico, frío y narcisista?.
—¿Tú realmente creés eso de él? —Preguntó y ahí sí que me dejó fuera del juego, porque sí, quizá a veces lo había llegado a pensar pero, no sentía que en realidad él fuera esa clase de persona, puesto que lo había visto ayudar a otros; tenía un lado amable, caritativo y en el fondo protector.
Al escuchar mi largo silencio papá sonrió.
—Esto no es tan malo como parece, nena. ¿Sabes qué? Hagamos algo.
—No, me estás vendiendo.
Se levantó de su asiento y me abrazó fuerte aún viendo mi puchero de molestia.
—Claro que no. Solo que aunque confío en los Maxwell y son parte de nuestra familia. ¿Alguna vez te he contado como nos conocemos?. Eva y tu mamá estaban en la misma sala de parto cuando…
—Sí, papá —puse mis ojos en blanco de nuevo. No quería escuchar esa historia y menos ahora —. ¿Decías?.
Papá carraspeó.
—Decía que, aunque confío en ellos, aprendí de tu abuelo que no se le otorga el cien por ciento de algo a alguien y aunque somos como una familia, si me confío y algún día nos distanciamos, no quisiera que te dejen a ti y a tu hermana sin todo lo que he trabajado para ustedes con arduo y exhaustivo trabajo. Quiero que al menos tengan todo lo que es suyo asegurado.
—Pero yo no necesito casarme para asegurar algo, papá. Puedo hacerlo sola.
—También quiero que sí algún día mamá y yo faltamos tengas una familia en la cual apoyarte. Sé cuánto te gusta Lucas.
Volví a negar.
—Tengo a Gloria…
—Gloria tiene su vida resuelta, cariño.
—Podías casarla con Esteve Maxwell.
Papá rió y negó, soltándome para regresar a su asiento giratorio.
—Eso suena egoísta de tu parte, Eddy. Además, ya sabes que tu hermana está con Elvis y por lo menos sé que con ella todo está bien. Quien de verdad me preocupa eres tú.
—Pero, papá… ¿Por qué con Lucas Maxwell? Y si tanto te preocupas, ¿por qué buscas preocuparte más por mí? ¡¿Qué no ves que nos vamos a terminar matando?!
—Ya te lo dije.
—Sí, pero… ¡¿Por qué con él?! Steve cae mucho mejor.
La carcajada que salió de su boca me hizo sentir un poco desesperada y tonta.
—Steve es tres años mayor, cariño.
—La edad no es un problema, ambos seremos mayores.
—Pero te gusta su hermano.
—Nimiedades.
Le resté importancia con la mano.
—¡Eddyyy! —advirtió con la voz cansada —No te vas a casar con Steve, te vas a casar con Lucas.
—Pero… ¿Y si no me caso con nadie?.
Rodó sus ojos.
—¿Quieres ser como tu tía Magda?
¡Uy, no!
—Tampoco, papá. No te pases.
Sonrió.
—Felicidades, en unas semanas serás una Magda casada.
—¡Papá!
Soltó una fuerte risotada.
—Vamos, hija. Haz un intento y si no funciona, lo olvidamos.
—No funcionará.
—Ya veremos —elevó una ceja —Eso está por verse.
No podía estar más asustada y mi cara de pánico se lo dijo todo.
—¿Qué estás planeando?.
—Ya lo verás, cariño.
Dijo nada más y salió del despacho con una libreta en la mano y la llave de su auto en la otra.
¡Ese sujeto estaba loco!
Y no, no había logrado nada.
Al menos eso pensé, hasta que entonces algo vino a mi mente.
"Si no funciona, lo olvidamos".
Eso había dicho, lo que quería decir que estaba
a tiempo de librarme de esta locura.
Y de paso, de atar mi vida al chico que me gustaba.
Necesitaba un plan.