Capítulo nueve
Me pregunto una y otra vez el porqué de haberle dado confianza a Abigail.
No se despega ni un segundo de mí, ni uno.
En todo el día desde que llegué a la universidad está como una garrapata pegada a mi brazo, no deja que nadie se me acerque, que nadie me hable y las personas ya nos están empezando a mirar de una forma no muy agradable.
La profesora de matemáticas termina de dictar su clase y comienza a recoger sus cosas del pupitre, copio las últimas prácticas del tablero y guardo las cosas en mi mochila, veo de reojo a Mery quien no me quita el ojo de encima y doy un gran suspiro.
—¿qué pasa? —habla —¿tienes sed? ¿Hambre? ¿Te sientes cansada? Si es asi yo puedo llevar tu bolsa —intenta agarrarla y detengo su brazo en el aire.
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