Capítulo catorce
Meneo mis pies descalzos de un lado a otro viendo como se mueve como todo un experto en su cocina.
—No es broma cuando me dijiste que sabes hacer de todo —apoyo mis brazos en la isla e impulso mi cuerpo hacia adelante —toda la casa está limpia, eres un buen cocinero, eres un excelente estudiante, tienes un título, trabajas y como si fuese poco defiendes a damiselas en peligro—bromeo.
Se gira a verme y alza una ceja sonriendo —¿Te sientes afortunada?
—Puede ser —me encojo de hombros.
Vuelve su atención a la cocina —Deberías, eres la única a la que le muestro la mitad de lo que soy capaz de hacer.
—¿y qué pasa con la otra mitad? ¿No soy digna de verla? —muerdo mis labios.
—Eres una ni&ntild