Capitulo 2. El aroma del amor

—¿Qué ocurre?

—Está enferma, la matriarca me ha informado que ha cogido una enfermedad en la que ella no puede hacer nada. Como sabes, vivimos en las montañas y está llena de toda clase de alimañas. Al parecer algo la pico, y la ha enfermado, está muriendo, Eren.

El rey observa a su amigo sumamente preocupado y a la vez, pareciendo tan impotente por no poder ayudar a su mujer, la vida le había regalado el don de tener una larga existencia, gozar de ser casi inmune a cualquier cosa, pero le toco una esposa humana y débil.

—Ethan, como lo siento. No estaba al tanto de la calidad de salud de tu esposa. Mis mensajeros no me informaron de que ella estaba…

—Nadie lo sabe; solo Adara, mi hermana, la matriarca y yo. Shery está internada en la casa, acostada sin poder hacer mucho esfuerzo físico. Cada día está más débil, come menos y habla poco —Ethan regresa la vista a su copa con vino —. La enfermedad va progresivamente rápida, consumiéndola, y no dejara nada de ella.

—Ethan, ¿Qué es lo que quieres que yo haga por ella?, sabes que no tengo el poder de curar enfermedades humanas, y si lo que me estas pidiendo es que muerda a tu esposa, no lo puedo hacer. Muchos creen que puedo, pero yo solo puedo morder a mi mujer.

—No he venido por eso, viejo amigo. Jamás permitiría que ningún lobo mordiera a mi esposa, eso ya debes saberlo de sobra.

Eren no comprendía que era lo que deseaba ese alfa. Sus poderes no llegaban a tanto, el tener sangre real, no implicaba sanar a nadie. ¿En que lo podía ayudar, entonces?

—¿Qué es lo que deseas? No te estoy entendiendo muy bien.

—Dame la dirección exacta de esa bruja —El alfa observa a su rey seriamente —. Sé que tu padre antes de desaparecer, te contó la historia de la bruja de la montaña prohibida. Aquella mujer que ningún lobo puede ver, a menos que sea de sangre pura. Sé que sabes cómo llegar a ella, quiero que me guíes en su camino, amigo.

El rey alfa se pone en pie inmediatamente, siendo observado por Ethan, quien hace lo propio y lo sigue.

Lo que le estaba pidiendo su amigo no era fácil de explicar, Eren estaba al tanto de que ciertos alfas sabían la historia de la bruja de la montaña prohibida. Pero llegar a ella implicaba arriesgarse mucho. Entendía las razones por las que Ethan quería encontrarla, pero no podía enviarlo a una muerte segura.

—Ethan, lo que me pides es peligroso. Toma en cuenta de que no tienes sangre real, puedes morir en el intento.

—Eren, sabes que ella es la única que tiene el poder de convertir a mi esposa en una loba. Solo ella puede hacerlo, mi padre me contó que tiene grandes poderes. Es posible que salve a mi esposa, y si la convierte, no tendrá por qué enfermarse de nuevo.

—Solo son leyendas de ancianos, Ethan. No estamos seguros de que sea cierto lo que se profetisa de ella, ¿y si todo es falso? ¿Y si solo es una vieja que decidió vivir en las montañas? —El rey se da la vuelta y lo mira.

Ethan no era tonto, sabía que una cosa como esa podía pasar. Lo que se contaba de esa mujer era muy poco, ni el propio rey Bardas sabia de ella lo suficiente, puesto que nadie la había visto a excepción de un lobo, pero de ese, nunca más se supo nada.

Fue ese lobo quien trajo la leyenda de la bruja a los pueblos, y quizás, abrir la boca fue su maldición.

No obstante, él pensaba arriesgarse, por Shery, y por Adara, no estaba dispuesto a quedarse sin su luna y mucho menos dejar a su hija sin su madre. No deseaba pasar por lo mismo por lo que paso su padre de perder el amor de su vida.

—Tomare el riesgo, solo quiero que me digas como llegar a ella —Contesta decidido.

—Ethan, no tienes sangre real. ¿Cómo pretendes dar con ella?

—La encontraré, juro que lo haré.

—Debes hacer el viaje tú solo, no puedes ir acompañado por nadie más que tu lobo interior. Son las reglas, si ella te permite que la veas, entonces…

—Lo sé…

—Amigo, es un viaje muy duro —Eren posa una mano sobre su hombro.

El alfa de luna azul lo sabía de sobra, se decía que llegar a los dominios de esa bruja no era fácil. Los pocos que lo habían intentado, nunca más se volvían a ver. Pero Shery lo valía, ella merecía estar bien, había pasado por mucho para que muriera por una tontería.

—¿Me vas ayudar?

—Más allá de la montaña del pico negro, existe un sendero lleno de una maleza diferente a la que conocemos. Espinosa y venenosa, mortal… si logras cruzarla, encontraran un lago tan oscuro como el cielo sin estrellas, deberás navegar alrededor de él. Cuando llegues al final del camino, la hallaras.

Ethan se mantiene en silencio, puesto que nadie se atrevía a cruzar la montaña de pico negro. Estaba prohibido para los lobos hacerlo.

—No comas ni bebas nada, después de cruzar la montaña. Todo lo que habita allí está podrido. Morirás apenas pruebes algo, podrás ser un alfa poderoso, pero hasta para un rey es mortal. Esto lo desconocen mucho, por eso nadie ha vuelto.

—¿Qué más debo saber?

—La bruja es traidora, ambiciosa y te tendera en algunas trampas. No confíes en su palabra, ni en nada que te dé.

—Eso será algo complicado, si logro hacer que salve a mi esposa, tendré que recibir de ella lo que sea que me ofrezca.

—Es un riesgo que deberás tomar. Si ella decide que eres digno, te dejará verla.

—Muy bien.

Ethan camina hacia la ventana para observar una vez más las tierras de su rey. Si lograba llegar con vida a los dominios de la vieja bruja, salvaría la vida de su esposa. Necesitaba hacerlo.

—“Lo lograremos, Ethan. No fallaremos en esta misión” —Le habla su lobo interior.

—“Lo sé, la encontraremos y salvaremos a Shery”

—“Seré más fuerte, y te protegeré. Cuenta conmigo”

—“Intentaré ser cuidadoso”

El rey se posiciona al lado de su amigo, había una cosa más que debía decirle a Ethan antes de que se embarcara en su misión.

—Harás el viaje en tu forma de lobo, desde que partas de tu destino, hasta que llegues al final del camino. Tu forma de humano no será aceptada por la bruja, tenlo muy presente.

—Entiendo.

—Ethan, comprende que todo lo que te cuento son anécdotas de mis ancestros. No sé qué tanto sean ciertas las teorías de los ancianos, así que, será mejor que tu lobo sea más precavido de lo normal.

—¡Bien!

—¿Cuándo te vas?

—En dos días, saldré desde luna azul.

[…]

Adara recorría los pasillos abovedados del castillo del rey, era la primera vez que su padre se la llevaba en uno de sus viajes. Llegar al fortaleza de Eren les tomó un día entero, y seguirle el paso a su papá fue verdaderamente agotador.

Pero según él, ella tenía que entrenar de esa manera. Acostumbrar a su loba a recorrer grandes distancias en poco tiempo, era la ventaja de los lobos de luna azul, la rapidez con la que se movían.

Y aunque casi siempre estuvo a varios kilómetros de su padre, siempre conseguía mirarlo desde lejos. Eso quería decir que no era tan lenta después de todo, muchos lobos de su edad seguramente, ni se acercaban lo suficiente a un alfa tan poderoso.

La joven castaña divisa a lo lejos una enorme ventana entre tanto corredor cerrado, la verdad se estaba asfixiando con tanto encierro, eso no sucedía en su manada. Rápidamente, apresura el paso para ir hacia ella, y en cuanto la brisa golpeo su rostro, un aroma delicioso despertó sus sentidos y alerto todo su cuerpo.

Adara comenzó a desesperarse a medida que aquel aroma la envolvía por completo, busco con la mirada y solo observo la bastedad de un enorme bosque. Ella estaba ansiosa, exaltada, excitada, el revoltijo en su interior la estaba atormentando. Así que sin más, salto desde lo alto de la ventana al denso bosque en busca de ese olor que la enloquecía.

Bardas llegaba a casa con su escuadrilla de lobos novados, los llevaba lejos de las comodidades del castillo para entrenarlos como era debido. El lobo se aproximaba al castillo en su forma humana, pero con la ropa hecha jirones.

Pero al dar un paso más, se detiene, puesto que un enardecerte aroma llego a sus fosas nasales. Ese olor lo estuvo esperando por mucho tiempo, pero jamás se imaginó que apareciera en medio del bosque.

El chico se detiene en seco y comienza a olfatear el aire, ese aroma se estaba aproximando a gran velocidad. Cada vez era más intenso el olor, y mientras que eso sucedía, sus feromonas comenzaban a trabajar a gran velocidad.

Su corazón comenzó a trabajar más rápido de lo normal… no había dudas, ese aroma tan único era el de su luna.

—Bardas, ¿Qué ocurre?

—Adelántense al castillo, los veo allá —Le ordena a los chicos, mientras que él se adentra al bosque corriendo.

Rápidamente, se convierte en lobo y corre entre la maleza. Era inevitable no seguir ese aroma, era algo que no se podía controlar. Y lo mismo debía de pasarle a ella, por esa razón iba directo hacia él.

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