>>> Alfa Aciel:

¡¡¡PUUUUM!!!

—¡¡AAAAHG!! —choqué contra ella. La empujé con el pecho, la aparté de su amado. Ella gritó, aulló de dolor.

Vi cómo sus patas buscaban frenarme. Sus ojos se agrandaron, suplicando o maldiciendo; no sé cuál. La furia me traicionó: mis garras rozaron su costado cuando caía y…

Hubo silencio.

Un silencio terrible, en el que hasta el viento pareció detenerse.

El instante me atravesó con una claridad helada. Había una línea, y la había cruzado. Pero la tensión no disminuía: Klous reaccionó con un estallido de rabia que lo hizo lanzarse otra vez, con más desesperación que estrategia.

—¡¡¿CÓMO PUDISTE?!! —rugió ese Alfa, al que una vez vi como mi padre.

Rodamos hacia los ventanales.

¡¡¡CRAAAAAANK!!!

El cristal cedió bajo nuestros cuerpos. La luna nos bañó mientras saltábamos fuera y caíamos sobre la tierra, con las patas sobre la hierba, y el polvo ascendiendo en remolinos.

Afuera, la pelea se volvió más cruda, más animal. Cada embestida, cada zancada