Capítulo 68: No eres un monstruo, Alfa.
Ayseli se alejó unos pasos del Alfa y se dirigió lentamente al sofá, las manos temblorosas mientras sus dedos rozaban la tela, sus pies descalzos apenas haciendo ruido sobre la madera pulida. Y su voz apenas un susurro mientras hablaba:
—Para contarte… necesito un pacto de sangre.
Raymond frunció el ceño, con los puños aún apretados. Se detuvo un instante, respirando hondo, la tensión dibujando líneas duras en su rostro.
—No hace falta llegar a esos extremos, loba lunar —gruñó, con la voz fría—. Habla, demuéstrame que dices la verdad… y te juro que no revelaré nada de ti, ni de tu propósito.
Ayseli le dio la espalda, un leve resplandor dibujando una sonrisa en sus labios mientras asentía. Raymond no podía verla, y eso la hizo sonreír más, con suavidad, casi imperceptible, antes de girar la cabeza hacia el fuego de la chimenea, perdida en sus pensamientos.
Pero…
¡Entonces un fuerte mareo llegó de golpe!
Sus piernas flaquearon, y el mundo pareció girar a su alrededor. Justo