Capítulo 48
El temblor en el cuerpo de Amelia era incontrolable. La loba sentía cómo aquella presencia oscura no solo había invadido el ambiente, sino también su alma, impregnándola de una angustia fría.
—¿Sabes qué es? —susurró, buscando en los ojos de Matthew la respuesta.
El lobo negó lentamente, su mirada opaca por secretos que aún no se atrevía a confesar.
Había cosas de su pasado que Matthew no se atrevía a compartir con Amelia.
Greta había sido importante, sí, no porque su corazón siguiera perteneciendo a ella, sino porque formaba parte de una historia que temía cambiar la manera en la que Amelia lo veía.
No quería que lo mirara diferente, no quería perder su mirada de ternura y amor.
En aquella ocasión, como tantas otras veces, había elegido el deber sobre sus propios sueños. Había elegido a la manada, sacrificándose a sí mismo en el proceso.
Y esto no pasaría con Amelia, se lo juro internamente.
—No lo sé —murmuró con voz baja, ra—. Solo he escuchado esa voz un par de veces…