Capítulo 8 – De camino al sur.
El alba llegó teñido de niebla, un velo plateado que cubría el valle como un secreto. La manada ya bullía: lobos patrullando los límites, cachorros entrenando en el claro, y un grupo de guerreros afilando armas bajo la supervisión de Teo. El aroma a tierra húmeda y humo de fogatas se mezclaba con la tensión palpable, como si el valle entero supiera que el cambio era inminente.
Lyra se dirigió al centro del claro, donde el alfa principal —el padre de Damon, un lobo anciano llamado Thorne— convocaba una asamblea improvisada. Su presencia era imponente, con cicatrices que narraban batallas pasadas y ojos que perforaban el alma. A su lado, Damon estaba de pie, rígido, con las mandíbulas apretadas. Selene se mantenía cerca, su mano posada en el brazo de él en un gesto posesivo que no escapó a la vista de Lyra.
—Lyra —gruñó Thorne al verla acercarse, su voz resonando como un trueno lejano—. Tu padre me ha informado de tu decisión. ¿Es cierto que planeas unirte a los príncipes del sur?
Ella