Mundo ficciónIniciar sesiónEl amanecer del cuarto día encontró al convoy cruzando las Puertas de Obsidiana, el límite natural entre las tierras del norte y el corazón del sur. Dos columnas de roca volcánica negra se alzaban como centinelas antiguos, con inscripciones en la lengua de los primeros lobos talladas en espirales que brillaban tenuemente bajo la luz del sol naciente.
Lyra observaba las runas desde la ventana del SUV, sintiendo cómo su loba interior resonaba con cada símbolo que pasaban. Eran palabras de poder, de protección, pero también de advertencia.
—"Aquí termina la paz y comienza el fuego" —leyó en voz alta, traduciendo las runas antiguas.
Alaric, que conducía, la miró de reojo.
—Tu padre te enseñó bien.
—Mi abuela —corrigió Lyra con una







