Cuando Luciana llegó a su casa su padre la estaba esperando en la sala, ella trató de evitarlo, no sería la primera vez que está mal y huye a su habitación, él la comprendía.
—Luciana— dijo con voz firme haciendo que ella se detuviera, al pie de las escaleras, sabía que su papá estaba molesto.
—Papá, ahora no por favor — dijo aún dando la espalda a su padre.
—Sí, ahora sí, así que te vas a dar vuelta y vas a venir a sentarte, inmediatamente — Luciana cerró los ojos, odiaba ese tono en el que le hablaba, lo odiaba desde que era niña, su padre siempre la había tratado con amor y cariño, pero cuando se enojaba era mejor estar muy lejos. Con un suspiró se giró y fue hasta él, dónde se sentó en un sillón, largo de su padre, él la analizaba de pies a cabeza, con el ceño fruncido y los brazos cruzados
— ¿Quieres dejar de verme así? — preguntó irritada.
—¿Y cómo querés que te vea? Cuando se que te estás perdiendo en un lugar sin retorno.
—¿Qué te dijo Santiago? — su padre hizo un ruido c