En todo el camino hacía la playa Emily iba hablando, cantando y haciendo reír a los dos adultos que iban en la parte de adelante, casa que podía Santiago miraba a Luciana, le encantaba verla relajada y sonriendo, el primer día que él la había conocido había visto a una mujer hermosa, pero aislada, sería y que si sonreía era solo por obligación y compromiso.
Pasaron a almorzar a un lugar de camino a la playa, Santiago tuvo que hacer mucho esfuerzo para no golpear al mesero, que se le fueron los ojos viendo a Luciana, sin decir nada colocó su mano en la parte baja de su espalda, quería hacerle ver al idiota que ella iba acompañada y no sola, pero parecía que ese día no tendría suerte.
—Señorita, le envían esta copa de vino — le dijo una mesera a Luciana quién estaba sorprendida mientras que Santiago fruncía el ceño.
—¿Quién? — dijo seria cuando se le pasó la impresión.
—Aquel hombre de la mesa del fondo — tanto Santiago como Luciana miraron dónde la mujer señalaba y aún hombre apues