—No, todavía no lo sabemos —respondo, tratando de inclinarme para darle un beso en la mejilla, pero Alec inmediatamente viene hacia nosotros.
—No, no, Aria, no puedes hacer eso —me gruñe—. No sin ayuda.
Pongo los ojos en blanco mientras me dejo ayudar por Alec para poder ponerme en cuclillas y logra